El presidente de la CONFER alerta: “El uso inadecuado de la autoridad rompe la vida fraterna y sororal”

El presidente y la vicepresidenta de la CONFER, Jesús Díaz Sariego y Lourdes Perramón

“El uso no adecuado de la autoridad e incluso su abuso pueden llevarnos a desvirtuar su razón de ser, a romper la vida fraterna y sororal y a traicionar lo más preciado en las relaciones humanas cuando, lejos de ayudarnos a madurar y crecer en la propia vocación, nos sesga en la capacidad de escucharnos unos a otros y de tener en cuenta la dignidad personal de cada uno”. De esta manera se ha expresado el presidente de la Conferencia Española de Religiosos, Jesús Díaz Sariego, en su discurso en la apertura de la XXX Asamblea General de la CONFER.



Acompañado por la vicepresidenta, la oblata Lourdes Perramón, el dominico ha destacado que “los superiores mayores somos conscientes de los desafíos que nos presenta hoy el correcto uso de la autoridad que se nos confía y su ejercicio en los distintos institutos”. “Como contrapartida al ejercicio de la autoridad debemos considerar de nuevo la respuesta de los religiosos y religiosas, también la nuestra, en el compromiso con la obediencia”, ha agregado.

Para el religioso, “autoridad y obediencia configuran y dan personalidad a la vida religiosa; le otorgan, además, una identidad en su razón de ser y en su forma de organizarse”, pues “la obediencia que brota de una autoridad corresponsable nos lleva a servir más y mejor a los hombres y mujeres de nuestro tiempo”.

Obedecer conlleva escuchar

Según Sariego, “obedecer conlleva, en su misma raíz, el gesto y la acción de escuchar”. “En el contexto social y eclesial en el que nos movemos pronunciamos con una frecuencia creciente el verbo ‘escuchar’. La escucha comprometida es, quizás, un signo teologal necesario para el tiempo en el que estamos. En este sentido el voto de obediencia, bajo la impronta de la escucha mutua, no respondería a otro tiempo. Más bien se actualiza en la nueva sensibilidad contemporánea cuando reconoce el valor personal de cada uno, de cada una”, ha aseverado.

En el mismo sentido, ha señalado que “escuchar, escucharnos, es un esfuerzo que nos ayuda a salir de nosotros mismos. Nos abre a Dios, a la realidad que nos circunda y a los demás. Esta apertura de mente y de corazón conlleva no poca ascesis en la firme voluntad de ‘escuchar’ y de ‘escucharnos bien’, es decir, de forma adecuada, interactiva y corresponsable”.

“Escuchamos bien cuando somos capaces de ir más allá de los ruidos ambientales que confunden; escuchamos bien cuando analizamos los desafíos que se nos presentan con serenidad e interés; escuchamos bien cuando profundizamos desde el necesario contraste con la diversidad de opiniones y perspectivas; escuchamos bien cuando logramos percibir el fondo de verdad que tiene cada uno, cada una, en lo que con honestidad observa y plantea”, ha agregado.

Escuchar bien

Como ha insistido, “saber ‘escuchar’ y, por lo tanto, ‘escuchar bien’, es una habilidad personal. Nos posibilita la comprensión de los demás, no solo en relación a la información que nos transmiten, sino y sobre todo, en relación a saber percibir los sentimientos y perspectivas de los demás cuando nos interesamos de forma activa por sus preocupaciones y anhelos”.

Por eso, “hemos elevado la obediencia a uno de nuestros votos religiosos. Este modo de escuchar a Dios y de comprometernos con los demás tiene que ver con el voto de obediencia. Prometer obediencia a Dios, como así lo hemos expresado en nuestra profesión religiosa, es un compromiso inherente a la escucha, que nos capacita para relativizar lo propio en favor del bien común”, ha añadido.

Sariego ha indicado que “la obediencia, por tanto, no solamente es un compromiso personal, es igualmente un compromiso comunitario a desarrollar en cada una de las congregaciones y es un compromiso institucional que, desde la escucha a la realidad, nos mantiene en permanente salida”. Es también, en nuestro tiempo, un compromiso intercongregacional. Los diversos carismas que configuran la vida religiosa en España tienen que hacer este doble ejercicio: escucharse más entre ellos y escuchar juntas y juntos la voz de Dios para nuestro tiempo”. “La escucha en comunión es una de las responsabilidades que debemos asumir en el presente”, ha puntualizado.

Para concluir, Sariego ha subrayado que “la escucha atenta nos lleva a comprometernos, a obedecernos unos a otros, obedeciendo en comunión al proyecto de Dios que se nos desvela atentos a la realidad. Esto nos compromete de forma radical en el modo de ejercer la autoridad”. “El referente comunitario de vida y misión sustenta la autoridad que podamos ejercer hacia nuestras hermanas y hermanos. Pero también nos proporciona la autoridad moral necesaria ante nuestros contemporáneos”, ha finalizado.

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