El papa Francisco se ha hecho presente en el Simposio “Hacia una narrativa de esperanza” un encuentro internacional interreligioso sobre cuidados paliativos que ha organizado la Pontificia Academia para la Vida junto a la Conferencia Episcopal de Canadá. El porntifice se ha dirigido a todos los participantes de esta cita que se desarrolla en la ciudad canadiense de Toronto entre el 21 y el 23 de mayo de 2024.
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En un mensaje escrito en inglés el Papa agradece la tarea de los organizadores de un simposio de un tema “oportuno y necesario” ya que “al presenciar los trágicos efectos de la guerra, la violencia y las injusticias de diversa índole, es demasiado fácil ceder al dolor e incluso a la desesperación”. Por ello recuer la tarea de “acompañar, con amor y compasión, a quienes luchan y tienen dificultades para encontrar motivos de esperanza” ya que esta “nos da fuerza ante los interrogantes que plantean los retos, las dificultades y las angustias de la vida”.
Eutanasia, fracaso de amor
En concreto, reflexionando sobre los cuidados paliativos subraya que estos “al tiempo que tratan de aliviar en lo posible la carga del dolor, son ante todo un signo concreto de cercanía y solidaridad con nuestros hermanos y hermanas que sufren. Al mismo tiempo, este tipo de cuidados puede ayudar a los pacientes y a sus seres queridos a aceptar la vulnerabilidad, la fragilidad y la finitud que marcan la vida humana en este mundo”.
El pontífice reacción en cambio frente a la eutanasia, “que nunca es una fuente de esperanza o de preocupación genuina por los enfermos y moribundos”, y que “es un fracaso del amor” en una cultura del descarte. Así, Bergoglio denuncia que “la eutanasia se presenta a menudo falsamente como una forma de compasión. Sin embargo, ‘compasión’, palabra que significa ‘sufrir con’, no implica poner fin intencionadamente a una vida, sino más bien la voluntad de compartir las cargas de quienes afrontan las etapas finales de nuestro peregrinaje terrenal”.
Ante esto, Francisco destaca que “los cuidados paliativos, por tanto, son una forma genuina de compasión, pues responden al sufrimiento, ya sea físico, emocional, psicológico o espiritual, afirmando la dignidad fundamental e inviolable de toda persona, especialmente de los moribundos, y ayudándoles a aceptar el momento inevitable del paso de esta vida a la vida eterna”. Y es que, añade, la fe considera la enfermedad como “parte del misterio de la providencia divina y, para la tradición cristiana, un medio hacia la santificación”. “Las acciones compasivas y el respeto mostrados por el dedicado personal médico y los cuidadores han creado a menudo la posibilidad de que quienes se encuentran al final de sus vidas encuentren consuelo espiritual, esperanza y reconciliación con Dios, los familiares y los amigos”, reivindica animando los esfuerzos de los participantes en este sentido.