Durante esta semana se realizó en Ciudad del Este, en Paraguay, el 36° Encuentro de Diócesis de Frontera. Además de los miembros de las diócesis del país anfitrión (Ciudad del Este, Canindeyú y Encarnación), estuvieron presentes miembros de las Iglesias diocesanas de Argentina (Concordia, Corrientes y Formosa), Brasil (Foz do Iguazú y Uruguaiana) y la diócesis de Salto en Uruguay.
El objetivo de estas jornadas era profundizar en las raíces comunes, amenazadas por la imposición de la cultura global, y poner en valor las diversidades culturales de la vida de cada país.
Como es habitual, después de la bienvenida del obispo local, Pedro Collar Noguera, hubo una presentación y recorrido histórico de los encuentros, iniciados en la década del 90 cuando se gestaban los acuerdos del Mercosur entre estos países para la integración regional, desde lo política y lo económico.
Asimismo, se desarrollaron tres disertaciones centrales:
Durante estos días, hubo espacio para el intercambio, el trabajo grupal y un panel testimonial en el que se compartió la experiencia en la Asamblea Sinodal. Y no faltaron los momentos de oración, celebraciones eucarísticas, almuerzos y cenas compartidas, y actos culturales que ayudaron a la comunión de las comitivas.
Antes de finalizar esta 36° edición, las delegaciones dieron a conocer un mensaje conclusivo, encabezándolo con las palabras de Efesios 4,3: “Procuren conservar la unidad, fruto del Espíritu, mediante el vínculo de la paz”.
Manifestaron que han reflexionado sobre cuestiones que impactan en la vida de los pueblos. Ante el desafío de la globalización han considerado ventajas, amenazar, implicancias y perspectivas con respecto al futuro. Aseguran que este fenómeno la Iglesia lo debe aprovechar para ser una escuela de humanismo cristiano “fomentando la familia, la escucha, el diálogo, el encuentro, la dignidad, los valores cristianos, y la acogida”.
Se hicieron eco de las palabras del documento de Aparecida. Por eso, ratificaron que, más allá del impulso hacia una cultura global uniforme, valorizan las raíces espirituales y culturales para vislumbrar un futuro más humano y fraterno, y crecer en el respeto hacia lo inter y multicultural.
Asimismo, reafirmaron la aspiración a una Iglesia sinodal, donde la comunión, la participación y la misión sean los ejes fundamentales, así como también la experiencia de discernimiento, participación y corresponsabilidad que fortalezca nuestras comunidades. Y se comprometieron a trabajar juntos para mantener y valorar estas raíces culturales, promoviendo la unidad en la diversidad desde una interculturalidad fecunda, desde el respeto por las raíces y las tradiciones.
Finalmente, agradecieron a la oportunidad del encuentro para mirar juntos, con esperanza, el futuro y fortalecerse en la misión del servicio y el anuncio. Invocaron al Espíritu Santo para unirse por el bien común en la construcción de una sociedad que celebre la diversidad cultural y promueva la paz y la unidad.