‘Junto con María y en familia, celebramos la fiesta de la fe’ fue la motivación para tres días de reflexión y formación
En Copiapó, 800 kilómetros al norte de Santiago, se realizó el 28º Congreso binacional de Bailes Religiosos con la participación de delegaciones procedentes de Tacna y Moquegua, en Perú; y de Calama, La Serena, Valparaíso, Santiago y Copiapó, en Chile. La sede fue el santuario local a la Virgen de la Candelaria.
Además de las nutridas delegaciones de asociaciones de bailes, participaron el obispo de Copiapó, Ricardo Morales; Eliecer Torres, sacerdote de la diócesis de Tacna y Moquegua, en Perú; el rector del Santuario de La Candelaria, Francisco Javier Medina; el rector del Santuario de Andacollo, Adam Bartyzol; y Patricio Cortés, sacerdote de Calama.
En la homilía de la Eucaristía de acogida, el obispo local invitó a los participantes a escuchar “la llamada del Señor, que es personal; nos llama a cada uno por nuestro nombre y nos da una misión”. Agregó que “en nuestra Iglesia todo debe girar en torno a Jesús, que nos dice, al igual que a Pedro: ‘Tú, sígueme’ y concluyó: “a los pies de nuestra Madre Candelaria, le decimos al Señor: ayúdame a seguirte”.
Durante el Congreso se expusieron tema de formación: ‘Familia, transmisora de la fe’, ‘Celebrar la fiesta de la fe’, ‘Con María, sí’, ‘Sagrada Familia’ e ‘Itinerario formativo’.
En las décadas recientes, los bailes religiosos son reconocidos y valorados en todos los ámbitos de la iglesia. Lo que, antes, ocurría menos. Más de una controversia se vivió en torno a sus prácticas.
En 1990, la Conferencia Episcopal de Chile publicó el Directorio Pastoral de Bailes Religiosos en el que dice: “Podemos describir los Bailes como organizaciones de fieles católicos que se reúnen a rendir culto a la Santísima Virgen o a los Santos y para ayudarse mutuamente en su vida cristiana. Una forma particular de su culto a María o a sus Patronos es el Baile”.
Agrega el Directorio que es “esencialmente religioso y deriva de una expresión cultural propia de nuestro pueblo, acostumbrado desde los inicios de la evangelización a manifestar su fe a través de signos y símbolos”. Señala como ejemplo que “la Catequesis en ciertas regiones se hacía en forma no sólo recitada, sino cantada y sobre todo, bailada. En Andacollo, por ejemplo, se baila desde 1585 hace más de 400 años”.
El Directorio distingue bailes marianos, los más numerosos y conocidos, y de otras festividades o santuarios no marianos. También, el Directorio destaca “el espíritu comunitario del Baile y la integración de la familia entera en él”.
Al cierre del Congreso, en la Misa de clausura, el obispo Morales dijo a los participantes: “el Señor nos vuelve a recordar que no estamos solos, que tenemos un padre y una madre que tienen sus brazos abiertos para siempre acoger a sus hijos; la Virgen como madre amorosa, tiene predilección por sus hijos más débiles”.
Agregó su deseo: “que al finalizar este congreso volvamos con la conciencia clara de que tenemos una madre que nos quiere, nos cuida, que nos enseña a hacer iglesia. Cuando la madre está en la casa, reúne a sus hijos en su casa, a compartir la mesa, el pan. Es por eso que estamos aquí, en este Santuario compartiendo el pan” y cerró diciendo que “construir Iglesia es deber de todos”.
Al finalizar la Misa, la delegación organizadora de Copiapó traspasó el estandarte del Congreso a la delegación de Tacna, sede del próximo congreso de Bailes Religiosos, en 2026.