En un templo catedral colmado de fieles tuvo lugar la ceremonia de toma de posesión de la diócesis de Santa María de Los Ángeles, por su nuevo obispo, Cristián Castro Toovey. Unos 20 obispos y algunas decenas de sacerdotes acompañaron al nuevo pastor quien, luego de su profesión de fe y juramento de fidelidad recibió el báculo de su antecesor, Felipe Bacarreza, quien renunció al cumplir los 75 años.
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Castro nació en Santiago en 1969, es bachiller en Teología por la Pontificia Universidad Católica de Chile, fue ordenado sacerdote en 1997 ejerciendo su ministerio principalmente en parroquias y en 2014 fue nombrado rector del Seminario Pontificio de Santiago. En agosto de 2021 fue consagrado obispo, y asumió como auxiliar del arzobispo de Santiago, desempeñándose como Vicario Episcopal en una Zona de la arquidiócesis.
Continuar la labor evangelizadora
En su homilía, durante la ceremonia de toma de posesión, Castro agradeció a Bacarreza “por su delicadeza y fraternal solicitud hacia mi persona. Muchas gracias don Felipe por su cercanía y dedicación en disponer a la comunidad diocesana, en primer lugar, con la oración, el buen ánimo y todo lo necesario para poder recibir a su nuevo obispo”.
Luego expresó su deseo de insertarse en la vida e historia de evangelización de la comunidad diocesana, “queriendo, ante todo, conocerla, valorarla y cuidarla para continuar juntos, esa labor evangelizadora”. “Mi mensaje al iniciar el ministerio episcopal en la diócesis de Santa María de los Ángeles, quiere ser ante todo un llamado a la unidad, la fraternidad y la corresponsabilidad”, enfatizó.
Dirigiéndose a las autoridades ofreció “apoyo y colaboración para trabajar, cuidar y dignificar a todos los habitantes de este hermoso territorio” y afirmó que como Iglesia “somos portadores del mensaje de Cristo y no lo podemos silenciar, por tanto, lo que ofrecemos es oración, cercanía, compromiso y colaboración por las causas nobles y justas que expresen el mensaje de Jesucristo y de su Evangelio. Pero también tenemos que denunciar lo que se aparte del mandato y el querer de Dios, tanto por las veces que no seamos coherentes en el seno de la misma Iglesia, como cuando en nuestros ambientes sociales veamos descuido por la vida y la dignidad que todos necesitamos y requerimos para vivir en paz”, dijo el nuevo obispo.
Dar a conocer el amor de Jesús
A las comunidades eclesiales, Castro las llamó a seguir “entregando el Evangelio de Jesús a todos y en todas partes, con nuestros pobres medios, pero con el corazón de quienes nos sabemos amados por Dios y sabemos que nuestra alegría es dar a conocer el amor de Jesucristo a todos y en todas las circunstancias”.
El nuevo obispo agregó que “algunas veces tendré que ir delante de ustedes para mostrarles el camino, otras tantas detrás de ustedes para cuidarles. Créanme que donde más me siento cómodo es ir junto a ustedes. Ténganme paciencia, al poco andar se darán cuenta de mis defectos que son muchos, pero si me tienen paciencia, me comprometo también, con la gracia de Dios, a mejorar, cambiar y crecer para bien de todos, y que el Reino de Dios siga creciendo en nuestra diócesis”, confesó Castro.
El obispo pidió a la comunidad generar una cultura vocacional y perseverar en la oración en favor de vocaciones a la vida consagrada. Cerró su homilía encomendando su ministerio a Maria Santísima y mencionó el ejemplo de obispos de Chile que son Siervos de Dios: “que el ejemplo de todos ellos, me inspire y anime a amar más al Señor y servir con mayor generosidad a su Iglesia. ¡Bendigamos al Señor! Su nuevo obispo les bendice de todo corazón”, concluyó.
La diócesis de Santa María de Los Ángeles fue creada el 20 de junio de 1959 por el papa San Juan XXIII, Cristián Castro es su 8º obispo. Ubicada a 515 kilómetros al sur de Santiago, pertenece a la provincia eclesiástica de Concepción. Con una población de 350 mil habitantes, cuenta con 44 sacerdotes, 31 diocesanos y 13 religiosos de 3 congregaciones. Además, colaboran religiosas de 10 congregaciones femeninas.
Al término de la Misa muchos participantes coincidieron en reconocer en el nuevo obispo rasgos de cercanía, calidez y sencillez.