Gabriel Mestre se dirigió a la comunidad y pidió preparar la llegada del nuevo arzobispo
A través del Boletín de la Sala Stampa, se conoció hoy que el papa Francisco aceptó la renuncia del titular de la arquidiócesis de La Plata, Gabriel Mestre, quien había asumido en septiembre pasado.
Por su lado, el arzobispo dimitido informó que fue convocado desde Roma para dialogar sobre algunos aspectos de la diócesis marplatense después de su partida, y comunicó el pedido del Pontífice: “En la Ciudad Eterna, después de confrontar algunas percepciones distintas con lo acontecido en la Diócesis de Mar del Plata desde noviembre de 2023 hasta la actualidad, el Papa Francisco me pidió la renuncia a la sede platense”.
Afirmó que “con profunda paz y total rectitud de conciencia ante Dios por cómo obré, confiando en que la Verdad nos hace libres (cf. Jn 8,32), y con obediencia filial y teologal al Santo Padre, inmediatamente redacté mi renuncia, que fue aceptada y hecha pública el día de hoy”.
El exarzobispo, en su carta, quiso dirigir unas palabras a la comunidad platense. Después de confirmar que, desde hoy, deja de ser su pastor, les agradeció de corazón y les aseguró que, en estos meses, ha sido muy feliz: “¡Gracias por hacerme sentir en casa! ¡Gracias por los gestos de delicadeza y amabilidad en cada una de las visitas! ¡Gracias por invitarme a ser parte de sus vidas!”.
Dijo, asimismo, que disfrutó de cada encuentro con los laicos, los consagrados y consagradas, con los seminaristas, diáconos, presbíteros y obispos auxiliares, con quienes -confesó- pudo experimentar la diversidad y profundidad de la fe en Dios de muchos, una fe comprometida que lo edificó y enriqueció en forma personal.
“Me duele partir, me duele dejarlos como pastor de esta Iglesia Particular que peregrina en La Plata”, declaró, pero está seguro que Dios tiene muchos y mejores planes que aún no puede descifrar: “¡Confío en el Señor porque Cristo es nuestra paz (Ef 2,14)!”
El extitular de La Plata confirmó que rezará por esta comunidad y los confía a la protección de la Bienaventurada Virgen María y la intercesión de la Beata Ludovica y el Beato Eduardo Pironio, para que puedan prepararse para la nueva etapa en espera del nuevo arzobispo que “el Señor les regalará a través del querido Papa Francisco”.
Cuando el entonces arzobispo de La Plata, Víctor Manuel Fernández, fue convocado por el Papa para asumir el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, Gabriel Mestre, diocesano de Mar del Plata, fue elegido para ocupar la circunscripción platense. Posteriormente, el Colegio de Consultores de Mar del Plata eligió como administrador diocesano al vicario general Luis Albóniga.
En noviembre, el Papa nombra como obispo marplatense al auxiliar de Buenos Aires, José María Baliña, quien al mes siguiente renunció aludiendo a temas personales y de salud. Más tarde, Su Santidad elige a Gustavo Larrazábal CMF, auxiliar de San Juan, para ocupar esta función. En enero, sin haber tomado posesión, también presentó la renuncia, hecho convalidado por el Santo Padre. Finalmente, Francisco eligió al jesuita Ernesto Giobando, auxiliar de Buenos Aires, como administrador apostólico de la diócesis.
Una de las primeras decisiones de Giobando fue el traslado de Albóniga a la diócesis de Jujuy, situación que conmocionó a la comunidad marplatense. Ahora, y -según la carta de Mestre- el foco de este hecho, casi sin precedentes y confuso, vuelve a ser la situación diocesana.