La Santa Sede redobla su confianza en Mario Iceta para preservar la integridad de las clarisas y de sus propiedades
Roma mueve ficha e interviene de forma directa en el caso de las clarisas de Belorado, la comunidad contemplativa que el pasado 13 de mayo decidió abandonar la Iglesia católica para ponerse bajo la guía de Pablo Rojas, un ciudadano excomulgado que se presenta como obispo y fundador de la llamada Pía Unión de san Pablo Apóstol.
La Santa Sede ha nombrado comisario pontificio al arzobispo de Burgos, Mario Iceta. Si hasta ahora Iceta ya contaba con autoridad suficiente para llevar las riendas del caso, esta designación de Roma le otorga aún más autonomía a la hora de adoptar cualquier decisión. Como ya adelantó ‘Vida Nueva’, el Vaticano respaldó desde el minuto cero al arzobispo que había correspondido informando de forma detallada de lo sucedido en Belorado antes, durante y después de que se desatara el escándalo.
Fue el nuncio Bernardito Auza, quien desveló ayer esta designación en Logroño, durante un encuentro con periodistas antes de pronunciar una charla sobre la Agenda 2030 organizada por La Bitácora XXI. En un corillo con periodistas, el embajador vaticano detalló que el este mismo lunes por la noche, recién llegado de Roma, se reunió en Madrid con Iceta al que llamó para comunicarle que traía su nombramiento bajo el brazo.
Ser comisario pontificio implica tener además el control de los tres monasterios: Belorado (Burgos), en el que residen; Orduña (Vizcaya), sobre el que hay un contrato de compra a las clarisas de Vitoria; y Derio (Bilbao), que es el que querían vender. Este hecho permitiría preservar el patrimonio inmobiliario adscrito a la persona jurídica de las clarisas ante cualquier intento que hubiera de compraventa y cambio de titularidad, fuera de los edificios y de sus terrenos o de los bienes que están dentro.
La elección como comisario pontificio de Iceta coincide además con el fin del mandato como abadesa de sor Isabel de la Trinidad, a la que ya no se podría prorrogar más su liderazgo al frente de la comunidad.
Sin embargo, teniendo en cuenta el órdago lanzado por las clarisas que ya no se saben parte de la llamada ‘Iglesia conciliar’, no reconocerán ni la autoridad de Iceta y, de la misma manera, la abadesa se puede aferrar al cargo.
De momento, tal y como expusieron fuentes episcopales a esta revista, a pesar del poder dado a Iceta, el arzobispo no actuará a golpe de ordeno y mando en un primer momento. Solo intervendrá en caso de que se sospeche de que se llevan a cabo actos que pongan en peligro la integridad de las religiosas y de sus bienes. De hecho, como ya manifestó el propio prelado de Burgos, el nuncio apuntó que “El arzobispo tiene ahora que hablar con cada una de las hermanas para ver lo que piensan y por qué han actuado así. Estamos en vías de solución”. Esto es, se dilatará al máximo cualquier medida coercitiva y, por tanto, llevar a término un expediente de excomunión.