‘Inocente’ es el relato sobrecogedor que desentraña los entresijos del sistema judicial español a través de los ojos de Javier de la Vega, un abogado cuya vida da un vuelco vertiginoso tras verse envuelto en el turbulento caso de Mario Conde. Este libro, que oscila entre la crónica de autoficción y la novela de intriga, arroja luz sobre los abusos de poder, las artimañas legales y la lucha por la justicia en un contexto donde la verdad se ve eclipsada por el sensacionalismo mediático y los intereses ocultos. ¿Quién le devuelve a un ciudadano inocente el tiempo pasado en prisión?
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PREGUNTA.- La trama se teje alrededor de una impactante experiencia, aquella en la que se ve compartiendo titulares con el ex presidente de Banesto…
RESPUESTA.- En teoría, alguien pensó haber encontrado el tesoro oculto de Banesto, y yo debí ser quien ayudó a traerlo a España. Esa fue la versión que permitió montar los mimbres del caso. Se presentaron unos agentes de la UCO en mi casa y me detuvieron sin orden judicial. En España la detención policial en un domicilio solo es posible en caso de delito flagrante o inminente peligro. A partir de ahí registraron todas mis pertenencias, las de mis hijos (entonces menores). La sensación es la de abrir tu vida y tu intimidad a unos extraños, que encima son autoridad. Hubo momentos muy desagradables, aunque sé que seguían órdenes. Algunos agentes estaban más incómodos que yo mismo.
Relación buena y profesional
P.- ¿Cuál era su relación jurídica con Conde?
R.- Mi relación siempre fue muy buena, muy profesional y estando cada uno en su sitio. Empecé a trabajar para Lourdes, su mujer, fallecida en 2007, y después para sus hijos. Mario siempre quiso poner una barrera entre sus antiguos problemas y la actualidad de los negocios y empresas de la familia. Yo era más cercano en edad a los hijos, y no pertenecí nunca a la época de Banesto, por lo que no tenía mochilas de ningún tipo. Para mi siempre fueron unos clientes más y nunca tuve que hacer excepciones.
Generosidad entre rejas
P.- ¿Cuál es la mejor enseñanza de su tiempo entre rejas?
R.- Aprendí mucho y de mucha gente. Me encontré con gestos de bondad y generosidad que no he visto fuera. Hay quien no tiene nada y te deja su sudadera porque no tienes ropa de abrigo, o quien hace cola durante media hora para traerte un café porque le has ayudado a hacer una simple instancia. De lo que más me alegro es de haberme quitado todos los prejuicios que al final casi todos tenemos. Ya no juzgo a nadie por su pasado, por su aspecto o por lo que pueda contarme. (…)