El Comité Permanente del Episcopado lamenta las iniciativas anunciadas por el presidente Boric respecto a legalizar la eutanasia y el aborto
“Lamentamos profundamente estas iniciativas, que atentan contra el valor sagrado e inviolable de la vida humana. Cuando el país y la misma autoridad están empeñados y haciendo grandes esfuerzos por crear un ambiente de mayor seguridad y de un mejor cuidado de la vida de todos, estas propuestas resultan contradictorias con ese afán”, afirman los obispos de Comité Permanente del Episcopado en su declaración “Promover y defender la vida para un futuro compartido como país”, emitida ante el anuncio de proyectos de ley que legalicen el aborto y la eutanasia, hecho por el presidente Gabriel Boric en su cuenta pública el sábado 1 de junio.
Los temas centrales de la cuenta pública presidencial fueron la seguridad ciudadana y el crecimiento económico, temas a los que dedicó la mayor cantidad de tiempo. Sin embargo, después de 2 horas de discurso, el Presidente anunció que “pondré urgencia e impulsaremos el proyecto de ley de eutanasia y cuidados paliativos que está actualmente en el Senado, porque aprobar esta ley es un acto de empatía, de responsabilidad y de respeto”.
A continuación, agregó que “estoy convencido de la necesidad de dar un debate democrático en materia de derechos sexuales y reproductivos (…). Por ello, es que durante el segundo semestre de este año ingresaremos un proyecto de ley de aborto legal que someteremos a la discusión correspondiente con el compromiso que anima a nuestro Gobierno de avanzar y de no retroceder, porque las mujeres de Chile merecen su derecho a decidir”.
Este anuncio ha eclipsado la cuenta pública y se ha posicionado en el centro del debate. De inmediato, el arzobispo de Santiago, Fernando Chomalí, dijo en su cuenta de X que “con una ley de aborto y eutanasia la fuerza de la razón cede ante la razón de la fuerza. Es inhumano solucionar situaciones humanas complejas con el uso de la violencia”. “Pierden los indefensos, pierde Chile y el Estado de derecho”, afirmó el arzobispo.
Al día siguiente, el Comité Permanente emite su declaración en la que sostienen “con claridad que no hay supuestos derechos sexuales y reproductivos de unos, a costa de atentar contra la vida de otros. Como dijimos con ocasión del Proyecto de la Convención Constitucional, no puede sostenerse un derecho a decidir en forma libre y autónoma sobre el propio cuerpo, olvidando y silenciando que en la mujer embarazada hay un segundo cuerpo, otro ser humano único e irrepetible, cuya existencia debe ser resguardada precisamente por su condición de ser humano”.
Abordan también el anuncio sobre la eutanasia, diciendo que “la vida humana, incluso en su condición dolorosa, es portadora de una dignidad que debe respetarse siempre, por lo que no se puede bajo ninguna circunstancia eliminar la propia vida o la de los demás bajo el peso del sufrimiento. Lo que exige la situación de los enfermos es procurar los esfuerzos adecuados y necesarios para aliviar su sufrimiento mediante cuidados paliativos apropiados, evitando cualquier encarnizamiento terapéutico o intervención desproporcionada. Nunca debe ejercerse una acción directa para provocar la muerte. “Debemos acompañar a la muerte, pero no provocar la muerte (…). La vida es un derecho, no la muerte, que debe ser acogida, no suministrada”, dicen los obispos citando el n° 52 de la declaración ‘Dignitas infinita’ del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.
Los obispos llaman “a no relativizar el valor de la vida humana” y lamentan que “la percepción de la gravedad del aborto y de la eutanasia se ha ido debilitando progresivamente en la conciencia de muchos, lo que está en consonancia, por otra parte, con el desprecio a la vida humana que se manifiesta en nuestros días en medio de guerras, violencias, delincuencia y otros males que dañan de manera especial a los inocentes. Lo trágico de estos hechos es que tantas veces se justifican desde intereses subjetivos o de grupo, los que adquieren una primacía incluso sobre la vida sagrada de los demás. Necesitamos recuperar el respeto de la vida humana en toda circunstancia, el sentido moral que sabe distinguir entre el bien y el mal, junto al sentido comunitario de nuestra existencia, que nos hace responsables unos de otros”, afirman los obispos.
La declaración concluye aludiendo a que “el Presidente de la República nos ha llamado a expulsar de nosotros el monstruo de la desesperanza, teniendo confianza en el país que somos y podemos ser. Nos ha llamado también a hacer de la defensa de los derechos humanos la base sobre la cual construir un futuro compartido como país. Pero esto no lo lograremos si olvidamos los derechos de los más vulnerables y frágiles. La defensa de la vida por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano y supone la convicción de que un ser humano es siempre sagrado e inviolable. “Si esta convicción cae, no quedan fundamentos sólidos y permanentes para defender los derechos humanos, que siempre estarían sometidos a conveniencias circunstanciales de los poderosos de turno”, expresan los obispos citando al Papa Francisco en el n° 213 de la Exhortación Apostólica ‘Evangelii gaudium’.
Cierran la declaración exclamando: ¡Promovamos los derechos humanos, defendamos la vida de quien está por nacer!