El presidente de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello, considera que los católicos europeos “hemos de buscar algunos puntos de encuentro desde unos puntos de apoyo para ofrecer una propuesta que vaya dirigida al corazón y la conciencia de nuestros conciudadanos”. Esta fue una da las reflexiones que el arzobispo de Valladolid compartió esta tarde con la mirada puesta en las elecciones europeas del próximo domingo. No en vano, Argüello apadrinó hoy ‘Un horizonte ideal para la paz’, el manifiesto elaborado por la Asociación Compañía de las Obras, vinculada a Comunión y Liberación. El presidente de los obispos participó en un coloquio celebrado en el auditorio de la Fundación Pablo VI de Madrid, en el que también tomaron parte María Teresa Compte, profesora de Doctrina social de la Iglesia, y José Luis Restán, periodista y presidente de Ábside Media.
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Moderado por Juan Sánchez Corzo, este abogado y presidente de la Compañía de las Obras en España, defendió que el manifiesto “pone la paz en el centro”, además de ofrecer una perspectiva ante los comicios “no desde el individuo aislado, sino de la persona en relación”.
El corazón de Jesús
Para Luis Argüello, “sí, hay que votar, pero no solo hay que votar”. “En un ámbito como el nuestro y podemos ofrecer algo desde la vida de la Iglesia a los ciudadanos europeos, tenemos que ofrecer la caridad política del corazón de Jesús”, explicó el presidente del Episcopado.
“Estamos llamados a vivir un cristianismo confesante que tenga fuerza para decir sí y no, y con capacidad para generar tejido social, fraternidad y amistad”, verbalizó el presidente del Episcopado, convencido de la necesidad de “sacar del armario a la potencia que la gracia tiene de ensanchar el amor y sostener la esperanza”.
Antropología, economía y política
Argüello echó mano del discurso del papa Francisco ante los jóvenes universitario en la JMJ de Lisboa en el que vinculó antropología, economía y política, para reivindicar que “todo aquello que sea capaz de integrar y poner en relación da una verdadera perspectiva católica: misterio trinitario, persona no reducida a individuo, matrimonio abierto a la vida, economía del bien común y política”.
Justo después, el arzobispo enfatizó que “la justicia social es uno de los pilares de la Doctrina Social de la Iglesia”, contraponiéndola a miradas asistencialistas, superando una dialéctica de enfrentamiento con el concepto de subsidiariedad, y desde una convivencia posible con la libertad de mercado y de empresa.
Tentaciones en el frente
Durante su alocución, Teresa Compte, defendió que “la moralidad de los medios para consecución de los objetivos políticos” es una de las bases fundamentales de la Doctrina Social de la Iglesia. A la par, advirtió de caer en las tentaciones del maquiavelismo que justifica la conquista del poder a toda costa y la subordinación de lo espiritual a lo político o a la inversa.
“Una Europa abierta exige que reconozcamos que vivimos entre personas de otras confesiones y no creyentes: la unidad de fe nunca la vamos a recuperar y no va a volver nunca más, no merecería la pena luchar por ello, sino defender el respeto más profundo a la libertad de conciencia“, apuntó en otro momento.
José Luis Restán hizo un llamamiento a implicarse en la construcción europea desde “una doble condición de ciudadano y de cristiano”, sin caer en idealizaciones, sino desde la realidad. “El contexto ético y social en el que nace la Unión Europea es muy distinto al actual”, apuntó, recordando que el cristianismo entonces era “el tejido de fondo que lo inspiraba todo”. “¿Nos hemos quedado fuera de juego? ¿Nos tenemos que enfadar? ¿Tenemos que oponernos o resistir?”, se preguntó el presidente de Ábside Media, que respondió, poniendo en foco en la necesidad de “implicarse”.
Nuevas formas de presencia
“El cristianismo tiene hoy una posibilidad, saliendo al encuentro del corazón humano, buscando los lenguajes de Pablo para hablar en el areópago de hoy buscando nuevas formas de presencia y trabajando con otros desde una mirada flexible”, relató.
Al hilo de esta cuestión, expuso que “lo propio de Europa es la apertura”, frente al riesgo de “afirmar una identidad cerrada y completada”. “Necesitamos realismo sin nostalgias de la antigua cristiandad europea”, dejó caer. “No podemos pedir a Europa que sea el garante de una cultura cristiana”, añadió.
“La Unión Europea no nos va a salvar nuestros problemas, pero nos da una garantía de confortabilidad, un dique de contención frente a la arbitrariedad”, señaló en una referencia implícita al contexto actual español. Por ello, con la vista puesta en las urnas, Restán apeló a un “discernimiento crítico desde la fe, que tenga en cuenta la Doctrina Social de la Iglesia, la vivencia de nuestras comunidades y el magisterio del Papa y de los obispos como una palabra para iluminar el presente, no una palabra arqueológica”.