Vaticano

El Vaticano advierte a los sacerdotes acerca de la “falta de educación sobre los sentimientos y las emociones”

Con motivo de la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, el Dicasterio para el Clero ha enviado una carta a los curas





Cada año, en la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, la Iglesia celebra el Día de la Santificación Sacerdotal. Un acontecimiento anual que fue instaurada, tal como ha recordado en una carta enviada por el Dicasterio para el Clero a los curas, “para que la oración ofrecida por la santificación de los Sacerdotes pueda obtener en consecuencia el don de la santidad de todo el Pueblo de Dios, a quien está ordenado su ministerio”.



“Mucho se ha dicho y escrito sobre la importancia de la dimensión humana y de la madurez emocional en la vida del sacerdote. También somos conscientes de los numerosos signos de fragilidad que aparecen en este ámbito”, reconoce el dicasterio vaticano. “En todo contexto eclesial y social son muchas las observaciones sobre la falta de educación sobre los sentimientos y las emociones, así como la presencia de analfabetismo emocional y falta de afectividad; algunos hablan de una globalización de la indiferencia, de un cinismo creciente, junto con el narcisismo y la autorreferencialidad”, continúa.

Un corazón muy humano

Sin embargo, recuerda que “todos sabemos por experiencia que, en cambio, es fuente de verdadera alegría poder experimentar plenamente nuestra humanidad y nuestras relaciones, perfumándolas de amor, generosidad, belleza, verdad, bondad y autenticidad, espiritualidad, arte, música. y la poesía, todos frutos de la obra del Espíritu del Resucitado que sopla donde quiere y suscita siempre asombro, asombro y placer, una carga de confianza y esperanza”.

“Nuestro corazón muy humano, por tanto, es el lugar donde Cristo quiere seguir viniendo, habitando, palpitando hasta dejarse traspasar por el amor y por el amor, a imitación de él”, añade el dicasterio. Así, la Solemnidad del Sagrado Corazón de Cristo es “una preciosa oportunidad para recordar al mismo tiempo la miseria y la pequeñez de nuestro corazón, pero aún más de la infinita y regeneradora misericordia del Corazón de Dios manifestado en el Corazón de Jesús”.

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