7 de junio. La Iglesia universal conmemora el Sagrado Corazón de Jesús, fiesta que en Colombia tiene gran arraigo cuando en 1902 – con el fin de la Guerra de los Mil días – la República fue consagrada por decreto.
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Así pues, los obispos colombiano frente a la actual situación que atraviesa Colombia con el recrudecimiento del conflicto aprovecharon la ocasión para invitar “a todo el pueblo colombiano para que nos esforcemos por promover un horizonte para caminar juntos hacia la reconciliación”.
Propusieron cuatro pilares para encaminar a la nación por los senderos de la reconciliación, entre los que mencionaron: unidad nacional, política del bien común, economía con rostro humano y custodiar la casa común.
“Al proponer estos cuatro pilares, tenemos la convicción de que cada persona de nuestro país es un potencial de esperanza; con amor de pastores, los convocamos a buscar juntos las soluciones”, señalaron.
Amistad social
Los prelados entonces ven con preocupación cómo la polarización sigue creciendo. Para ello proponen establecer “un diálogo sincero, respetuoso y profundo”, que lleve a los colombianos a encontrarse como hermanos.
Todo ello basándose en nuevas actitudes sociales, caracterizadas por la humildad, la responsabilidad y la amistad social. “Estas nos permiten construir un proceso de unidad nacional, que recoja e integre las diversidades, para alcanzar el mayor bien posible”, apostillaron.
También urge rehabilitar la política, lo cual requiere “asumirla como ejercicio supremo de la caridad y de la verdad, capaz de generar procesos sociales de fraternidad y de justicia para todos”.
Modelo económico solidario
Los obispos colombianos han planteado optar por una economía solidaria enfocada en la persona, familia y vida. Aunque a todos “nos asiste el derecho de buscar caminos de bienestar, pero no todo es lícito, ni legítimo en las formas de llegar a esta condición”.
Por consiguiente, cualquier modelo de desarrollo económico debe responder al “crecimiento personal y comunitario, con orientación solidaria y más atenta a los principios éticos”.
Es urgente asumir una economía “con alma al servicio de la persona, de la familia y de la vida; respetuosa de toda mujer, hombre, niño, anciano y especialmente de los más frágiles y vulnerables”.
Además cuidar la casa común – apuntaron – es un bien colectivo, patrimonio de todos y, a la vez, responsabilidad de todos. “Debemos estar atentos a lo que está sucediendo en nuestra rica biodiversidad de flora y fauna, en nuestros ríos y mares, en nuestras cordilleras y
valles, en la tierra, el agua y el aire”, advirtieron.
Para ello, será clave contar con un sistema educativo que “nos lleve a reconocer el más profundo sentido de la vida y de la ecología integral”, porque “se trata de una pedagogía que tiene su primer espacio vital en la familia formadora en el más rico humanismo y que avanza en una alianza educativa amplia”.