Antes de rezar el ángelus de este domingo desde la ventana del Palacio Apostólico, el papa Francisco ha reflexionado acerca del evangelio de la liturgia de hoy, el cual “nos dice que Jesús, después de iniciar su ministerio público, se encontró ante una doble reacción: la de sus familiares, que estaban preocupados y temían que se hubiera vuelto loco, y la de que de las autoridades religiosas, quienes lo acusaron de actuar movido por un espíritu maligno”.
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“En realidad, Jesús predicó y sanó a los enfermos con el poder del Espíritu Santo”, ha señalado el Papa, “y fue precisamente el Espíritu el que lo hizo divinamente libre, es decir, capaz de amar y servir sin medida y sin condicionamientos”. “Hagamos una pausa para contemplar esta libertad de Jesús”, ha pedido Francisco.
En primer lugar, el Papa ha señalado que “Jesús era libre frente a las riquezas: por eso abandonó la seguridad de su pueblo, Nazaret, para abrazar una vida pobre y llena de incertidumbres, cuidando a los enfermos y a cuantos venían a pedirle ayuda”. Una ayuda, ha subrayado Francisco, que era “gratuita, sin pedir nunca nada a cambio”.
Jesús fue, también, “libre frente al poder: de hecho, aunque llamó a muchos a seguirlo, nunca obligó a nadie a hacerlo, ni buscó jamás el apoyo de los poderosos, sino que siempre se puso del lado de los menos, enseñando a sus discípulos a hacer lo mismo”.
Y, finalmente, “fue libre ante la búsqueda de fama y aprobación, y por eso nunca dejó de decir la verdad, incluso a costa de no ser comprendido, de volverse impopular, hasta morir en la cruz, no dejándose intimidar, comprar o corromper por nada ni por nadie”.
La libertad de los hijos de Dios
“Jesús era un hombre libre”, ha aseverado el Papa, “y esto también es importante para nosotros”. De hecho, “si nos dejamos influenciar por la búsqueda de placer, poder, dinero o aprobación, nos volvemos esclavos de estas cosas”.
Sin embargo, tal como ha subrayado Francisco, “si permitimos que el amor gratuito de Dios llene y expanda nuestro corazón, y si dejamos que se desborde espontáneamente devolviéndolo a los demás, con todo nosotros mismos, sin miedos, cálculos ni condicionamientos, entonces crecemos en libertad y difunde su buen aroma incluso a nuestro alrededor, en nuestros hogares, en nuestras familias y en nuestras comunidades”.
Por ello, el Papa ha animado a preguntarse: “¿soy una persona libre?”. “Que la Virgen María nos ayude a vivir y amar como nos enseñó Jesús, en la libertad de los hijos de Dios”, ha insistido.
Deseos de paz
Después del rezo del ángelus, el papa Francisco ha recordado la conferencia que habrá a partir de mañana en Jordania para tratar la cuestión en Gaza. En este sentido, el Papa ha vuelto a expresar sus deseos de paz y, sobre todo, ha remarcado que “a ayuda humanitaria tiene que llegar a la población, y nadie lo puede impedir”.
“No olvidemos al martirizado al pueblo ucraniano”, ha añadido. “Es un deseo, el de la paz, por eso animo todos los esfuerzos que se hacen internacionalmente por lograrla”.