Desde el 6 al 8 de junio, se realizó en la ciudad de Luján (provincia de Buenos Aires) el Encuentro Nacional de Migrantes e Itinerantes, con la participación de los delegados y agentes pastorales de 29 diócesis, y los movimientos Arcores y Servicio Jesuita a Migrantes.
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Camina con su pueblo
La Comisión Episcopal de Migrantes e Itinerantes (CEMI) del episcopado argentino convocó a estas jornadas bajo la consigna: “Era extranjero y me recibiste en tu casa”
Después de estos días de encuentro, en el documento final, los participantes afirmaron que el Año de Oración promovido por el papa Francisco, los ayudó a mirar a los migrantes e itinerantes con la certeza de que “Dios camina con su pueblo”. Pusieron como testimonio las vidas y los caminos recorridos por Mama Antula, faro en el peregrinar, y del Cura Brochero, corazón de pastor, quienes mostraron en su tiempo que “todos somos hermanos, miembros de una Iglesia sinodal”.
La trata
Mencionaron la lucha contra la trata de personas los cuestiona y desafía. Son conscientes de esta problemática social, con sus formas tan diversas y brutales, niega la dignidad humana.
Junto con el Papa afirmaron que “la trata de personas es un crimen contra la humanidad” (Francisco, 12 de diciembre de 2013), y denunciaron que se traduce en “una actividad innoble, una vergüenza para nuestras sociedades que se consideran civilizadas” (24/05/2013). En este sentido, denunciaron la explotación sexual de personas, el trabajo esclavo, la prostitución, el tráfico de drogas, de armas, el sicariato, la subrogación de vientres y el comercio de órganos.
Dignidad sagrada
Manifestaron que enfrentan el desafío de las fronteras culturales, geográficas y políticas, producto de las distintas rutas migratorias que hay en el país. Pero el sueño es “tener una casa de acogida en cada complejo fronterizo”.
Detallaron, luego, las situaciones que agravan la vulnerabilidad de los migrantes e itinerantes. Esto se define por la situación política, social, el maltrato institucional y “la dolorosa y visible pobreza”. Ahora, se ha complicado la integración por la erradicación de consulados y oficinas migratorias que hay en los territorios.
Finalmente, compartieron que durante estos días trabajaron a la luz de las consignas “acoger, proteger, promover, integrar y celebrar” los frutos del año vivido, de acuerdo a su lugar y tarea, intentando con pequeños gestos de amor constantes, ser instrumentos del Reino de Dios. Sabemos que en nuestras actividades somos la cara visible de nuestra Iglesia.
En la Basílica de Nuestra Señora de Luján reafirmaron su convicción de “la inalienable dignidad sagrada de cada persona humana más allá de su origen, color y religión” (Francisco, 3 de octubre de 2020).