Celebradas el pasado 9 de junio, las elecciones al Parlamento Europeo consolidaron una mayoría conservadora que se ha plasmado este último quinquenio en el mandato de la germana Ursula von der Leyen, que tiene muchas papeletas para mantenerse como presidenta de la Comisión Europea. Pero, además, estos comicios, marcados por una alta abstención (alrededor de la mitad de los ciudadanos del continente con derecho a voto se han quedado en casa) en los 27 estados miembros de la Unión Europea (UE), dejaron un preocupante auge de la ultraderecha en países como Francia, Italia o Austria, donde sus representantes se impusieron holgadamente al resto de fuerzas.
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Ante este panorama, la primera reacción eclesial llegó por parte de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea (COMECE). A través de una nota de su secretaría general, que encabeza el sacerdote español Manuel Barrios, valoró las elecciones como “un gran ejercicio de democracia”. En cuanto a los resultados, se destacó que “se mantiene una mayoría proeuropea”, habiendo “un fuerte deseo de más Europa” entre el electorado.
Baja participación
Siendo esa “una buena noticia”, no lo es tanto que la participación “haya rondado el 50%”. Un porcentaje similar al de otras citas, pero que “no es suficiente”, pues “indica un persistente desinterés y falta de compromiso entre los ciudadanos de la UE”. Así, “esta baja participación, combinada con el fuerte aumento de partidos nacionalistas y euroescépticos, especialmente en los países fundadores de la UE, manifiesta una fuerte insatisfacción”.
En conclusión, para la COMECE, estamos ante un contexto complejo y en el que urge “trabajar para reducir la brecha percibida entre la UE y sus ciudadanos”. En declaraciones a Vida Nueva, el propio Barrios abunda en el hecho de que, pese a haber 370 millones de ciudadanos llamados a las urnas, “en algunos países solo han votado entre el 20 y el 30% de los ciudadanos”. Un porcentaje que se ha compensado “con la alta participación en otras naciones”, hasta quedarnos en ese 50% de los sufragios emitidos, más o menos como en la última convocatoria electoral, en 2019. Pero, yendo más allá, esto refleja que “todavía hay una gran distancia entre la ciudadanía y las instituciones europeas”, además de que “muchos no se sienten comprometidos con el proyecto común”.
Seguirá la actual coalición
El sacerdote español, que cree que “podrá mantenerse la actual coalición ente el Partido Popular Europeo, que ha ganado las elecciones, junto a los socialistas y los liberales”, lo entiende como “una buena noticia, pues todavía hay una mayoría que cree en el proyecto europeo”.
En cuanto al auge euroescéptico y nacionalista, pide “saber interpretar este dato”, pues “refleja un cierto malestar por el modo en que se han ejercido las políticas europeas en el último mandato”. En consecuencia, “Europa debe hacer más en cuestiones importantes para los ciudadanos, como la migratoria. Lo que se refleja en el hecho de que fuera en la última sesión del anterior Parlamento cuando se firmase el Pacto de las Migraciones y el Asilo. Después de tanto tiempo de reflexión y retrasos, eso causó un rechazo”. Lo mismo se evidencia ante “la cuestión del cambio climático” y las recientes “protestas de los agricultores”, que demuestran que “Europa no ha sabido responder bien a este desafío”.
Impacto en sus vidas
Así, estamos ante “un voto que pide a los representantes electos esforzarse por acercar las instituciones a los ciudadanos. A su vez, estos deben hacer suyo el proyecto europeo y participar más, pues deben darse cuenta de la importancia en sus vidas de lo que se decide en Bruselas. Para ello, la UE debe darles respuestas reales y adecuadas a sus problemas”.
La situación fue especialmente grave en Francia, donde arrolló la Agrupación Nacional de Marine Le Pen, (según una encuesta de La Croix, el 32% de los católicos votaron por su formación populista de derechas y otro 10% lo hicieron por Reconquista, del mismo ideario). Catarsis que llevó al presidente de la República, Emmanuel Macron, a adelantar a dentro de tres semanas las elecciones legislativas. Según recoge Vatican News, el arzobispo de Dijon, Antoine Hérouard, que también es vicepresidente de COMECE, admite el desencanto de muchos europeos ante una UE “demasiado tecnocrática, demasiado distante, demasiado quisquillosa en ciertos temas”.
Límite a las libertades individuales
Así, pese a la “fuerte descristianización” que se palpa en todo el continente europeo, la Iglesia no puede dejar de recordar que “las libertades individuales no son ilimitadas” y que, de hecho, hay “deberes de unos para con otros y para con la construcción de una sociedad y una Europa solidarias, en las que haya un lugar real para los más pequeños, para los más frágiles, para los que se encuentran en dificultades de cualquier tipo”. Lo que, para Hérouard, pasa por abordar la cuestión migratoria “de manera sincera, verdadera y también con cierta apertura, porque no basta con decir que Europa no quiere más emigrantes”.