Días atrás, informábamos de que el nuevo arzobispo mayor siro-malabar, Raphael Thattil, había convocado a los 65 obispos de este rito oriental para, este 14 de junio, celebrar un encuentro virtual y tratar de resolver definitivamente la situación en Ernakulam-Angamaly, eparquía india cuyos sacerdotes, religiosos y laicos no aceptan la reforma litúrgica aprobada en 2021 por el Sínodo siro-malabar. Sin embargo, parece que su invitación ha sido recibida con una manifiesta hostilidad local (habrían quemado copias de la circular ante la casa del obispo), como ya ha ocurrido en otros intentos de acercamiento anteriores.
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De ahí que, como informa ‘Asia News’, Thattil y el administrador apostólico de la Eparquía de Ernakulam-Angamaly, Bosco Puthur, hayan optado por dar un ultimátum: aquellos consagrados y seglares de la eparquía india que, desde el 3 de julio, solemnidad de santo Tomás apóstol (evangelizador de los actuales cristianos de rito siríaco), no acepten la nueva liturgia, serán excomulgados. En el caso de los sacerdotes, sus misas y los sacramentos que en ellas impartan, no serán válidos.
Un rito consensuado
Parece que estamos ante el final de un conflicto que empezó hace tres años, cuando, tras muchas discusiones, el Sínodo siro-malabar logró adoptar un rito consensuado para celebrar la eucaristía en sus 34 eparquías y que se basaría en el siguiente modelo: tanto en la celebración de la Palabra como en la parte final de la misa, el sacerdote celebrante se situaría de cara a los fieles. Posición que cambiaría en la liturgia eucarística, cuando el presbítero se ubicaría mirando hacia el altar, dando la espalda a los fieles.
Desde entonces, esta fórmula se ha adoptado en todas las comunidades eclesiales locales, a excepción de una: la de Ernakulam-Angamaly, en la India (donde se concentran la mayor parte de los cristianos de este rito oriental en comunión con la Iglesia católica, teniendo allí además su sede además el arzobispo mayor), que se niega a renunciar a su tradicional “particularidad litúrgica”, por la que el cura se sitúa en todo momento frente a la asamblea.
“Lealtad” hasta el “martirio”
Ahora, parecía que el paso anunciado por Thattil, que en enero sustituyó al polémico cardenal George Alencherry (quien, por otra parte, años atrás había sido acusado de especular con terrenos eclesiales), podía dar sus frutos. Y más cuando, a mediados de mayo, representantes de la comunidad siro-malabar se reunieron en una audiencia con el Pontífice. En ella, Bergoglio valoró “el vigor de la fe y la devoción”, así como su “lealtad”, probada en el “martirio”, de los fieles. Además, reconoció que “habéis tenido muchos desafíos a lo largo de vuestra larga y turbulenta historia”. Eso sí, siempre “habéis permanecido fieles al Sucesor de Pedro”. Porque “vosotros sois obedientes y, donde hay obediencia, hay Iglesia; donde hay desobediencia, hay cisma”.
Pero la tensión ha vuelto a brotar hasta el nivel que alcanzó en diciembre, cuando el propio papa Francisco se vio obligado a enviar un vídeo a los fieles de Ernakulam-Angamaly en el que les advirtió de un modo categórico sobre el nivel de sus protestas: “¡Por favor, tened cuidado! Tened cuidado de que el diablo no os lleve a convertiros en una secta”. Duro como pocas veces, Bergoglio, que dio ese paso “para que nadie tenga dudas sobre lo que piensa el Papa”, no dudó tampoco a la hora de avisar de lo que podía pasar si no se aceptaba la reforma litúrgica: “Con gran dolor, habrá que tomar las sanciones pertinentes. No quiero llegar a eso”.
Ahora, tristemente, se ha llegado al abismo. Y hay una fecha tope: el 3 de julio. Desde ese día, los que no acepten lo establecido por el Sínodo siro-malabar (y por la Santa Sede, que le ha dado su total respaldo), están fuera de la comunión con la Iglesia católica.