En el poder desde 2014, el primer ministro de la India, Narendra Modi, concurría el 1 de junio a sus terceras elecciones liderando el partido nacionalista hindú Bharatiya Janata (BJP), con el que, a lo largo de esta década, ha desarrollado una política hostil a los musulmanes y en la que los cristianos tampoco han gozado de una especial consideración.
Sin embargo, en estos últimos comicios perdió la mayoría absoluta. Lo cual no ha sido óbice para que el primer ministro haya podido conformar Gobierno, esta vez de coalición, apoyado en grupos minoritarios.
Tras prestar, el 9 de junio, juramento para otro mandato de cinco años, la Conferencia de Obispos Católicos de la India (CBCI) difundió un mensaje en el que recalcó que el nuevo Ejecutivo debe estar “comprometido con el bienestar de todos los sectores de la sociedad, particularmente los marginados y vulnerables”.
Para los pastores, Modi también debe ser “inclusivo” y transmitir “la fuerza del espíritu democrático” al pueblo indio, “defendiendo los valores constitucionales y garantizando la justicia, la libertad, la igualdad y la fraternidad para todos los ciudadanos”, más allá de su ideología o credo.