“El misionero tiene que salir con dos manos abiertas. En una mano tienes que llevar el pan de la Palabra, la Palabra de Jesús, una palabra de la Esperanza desde el ‘Id por todo el mundo’. En la otra, tienes que entregar el pan nuestro de cada día, para alimentar al pobre, porque estamos llamados a transformar el mundo desde el Evangelio”. Así se expresa, Serafín Suárez, sacerdote extremeño de Ribera del Fresno que ha pasado cerca de tres décadas en Zimbabue, de la mano del Instituto Español de Misiones Extranjeras.
Súarez es el rostro visible de la Memoria de Actividades 2023 de Obras Misionales Pontificias en España, la red mundial al servicio del Papa para respaldar a los llamados territorios de misión y promover la animación misionera en nuestro país. El misionero participó esta mañana en la rueda de prensa de presentación de este informe celebrada en Madrid junto con José María Calderón, director de OMP España.
En total, solo en 2023 se recaudaron cerca de 18,2 millones de euros gracias a los donativos de los fieles en las diferentes campañas organizadas a lo largo del año, desde Infancia Misionera al Domund pasando por la Jornada de las Vocaciones Nativas. Así, en 2022 se pudo destinar hasta 13 millones de euros en 879 proyectos.
Nuestro país cuenta hoy por hoy con 9.932 misioneros con una edad media de 75 años: 6.042 en activo en territorios fuera de España, mientras que otros 3.890 están volcados en nuestro país en proyectos de sensibilización, a la espera de destino. España continúa como el país con más misioneros del planeta. “Nos ocupa y nos preocupa la atención de misioneros, salir al quite de sus dificultades, pero también que nos transmitan lo que están viviendo”, apuntó Calderón, que subrayó cómo el apoyo a la vocación ‘ad gentes’ va más allá del mero sustento económico. “Detrás de nosotros tenemos mucha gente que hace misión sin que salga a la misión”, señaló Suárez, poniendo en valor toda la ayuda que se recibe lo mismo de una parroquia, de un colegio o de una comunidad religiosa.
“Todo lo que se recoge en la Memoria de Actividades puedo garantizar que llega porque he sido administrador de la diócesis de Hwange : proyecto que se pide, proyecto que se financia y se materializa”, enfatizó el misionero extremeño. Como muestra, recordó cómo los donativos del Domund permitieron reformar una residencia de ancianos: “El techo era de uralita, estaba completamente destrozado y se colaba el agua cada vez que llovía. Hoy, tenemos un tejado completamente nuevo, hemos adaptado toda la casa a personas con discapacidad y hoy nuestros mayores tienen un hogar digno”.
Junto a los proyectos educativos o sanitarios, Suárez hizo énfasis en la importancia de dotar de medios a los misioneros, con algo tan sencillo como un coche: “En nuestra misión solo teníamos una clínica con lo básico atendido por dos enfermeras y raro es el mes que no hemos tenido que ir cuatro o cinco veces al hospital porque un parto o una enfermedad se complica”. A la par, el cura recordó que “la malaria sigue azotando fuerte en el país”.
Al echar la vista atrás, admite que “al principio, sí tuve la tentación de tirar la toalla, cuando llegas a un país donde tienes que inculturarte y aprender dos lenguas. Llegas con 28 años queriéndote comer el mundo y te das cuenta que no puedes hacer prácticamente nada”. “Después descubres que tienes que morir a ti mismo para hacer raíces. Al final acabas sintiéndote uno de ellos, te hacen sentir uno de ellos”, valora. “Si volviera a nacer mil veces, volvería a ser misionero”, remató.