“La felicidad no se adquiere pisoteando el derecho y la dignidad de los demás”. Así lo afirma el papa Francisco en su Mensaje para la VIII Jornada Mundial de los Pobres, bajo el título ‘La oración del pobre sube hasta Dios’ (Si 21,5), que se celebrará el próximo 17 de noviembre.
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En sus palabras, el Pontífice insiste en que “Dios conoce los sufrimientos de sus hijos porque es un Padre atento y solícito hacia todos. Como Padre, cuida de los que más lo necesitan: los pobres, los marginados, los que sufren, los olvidados. Pero nadie está excluido de su corazón, ya que, ante Él, todos somos pobres y necesitados. Todos somos mendigos, porque sin Dios no seríamos nada”.
Asimismo, señala que “tampoco tendríamos vida si Dios no nos la hubiera dado. Y, sin embargo, ¡cuántas veces vivimos como si fuéramos los dueños de la vida o como si tuviéramos que conquistarla!”. “La mentalidad mundana exige convertirse en alguien, tener prestigio a pesar de todo y de todos, rompiendo reglas sociales con tal de llegar a ganar riqueza. ¡Qué triste ilusión!”, agrega.
En este sentido, vuelve a poner el foco en las guerras: “La violencia provocada por las guerras muestra con evidencia cuánta arrogancia mueve a quienes se consideran poderosos ante los hombres, mientras son miserables a los ojos de Dios”. “¡Cuántos nuevos pobres producen esta mala política hecha con las armas, cuántas víctimas inocentes!”, exclama.
“Hacer nuestra la oración de los pobres”
En este año jubilar dedicado a la oración, Jorge Mario Bergoglio indica que “necesitamos hacer nuestra la oración de los pobres y rezar con ellos. Es un desafío que debemos acoger y una acción pastoral que necesita ser alimentada”.
“Todo esto requiere un corazón humilde, que tenga la valentía de convertirse en mendigo. Un corazón dispuesto a reconocerse pobre y necesitado. En efecto, existe una correspondencia entre pobreza, humildad y confianza”, subraya.
Dirigiéndose directamente a los “pobres que habitan en nuestras ciudades y forman parte de nuestras comunidades”, Francisco les recuerda que “Dios está atento a cada uno de ustedes y está a su lado. No los olvida ni podría hacerlo nunca”.
Según el Papa, “todos hemos tenido la experiencia de una oración que parece quedar sin respuesta. A veces pedimos ser liberados de una miseria que nos hace sufrir y nos humilla, y puede parecer que Dios no escucha nuestra invocación. Pero el silencio de Dios no es distracción de nuestros sufrimientos; más bien, custodia una palabra que pide ser escuchada con confianza, abandonándonos a Él y a su voluntad”.
Una Jornada que “no hay que subestimar”
En relación con la Jornada Mundial de los Pobres destaca que “es una oportunidad pastoral que no hay que subestimar, porque incita a todos los creyentes a escuchar la oración de los pobres, tomando conciencia de su presencia y su necesidad. Es una ocasión propicia para llevar a cabo iniciativas que ayuden concretamente a los pobres, y también para reconocer y apoyar a tantos voluntarios que se dedican con pasión a los más necesitados”.
En este sentido, sostiene que “debemos agradecer al Señor por las personas que se ponen a disposición para escuchar y sostener a los más pobres. Son sacerdotes, personas consagradas, laicos y laicas que con su testimonio dan voz a la respuesta de Dios a la oración de quienes se dirigen a Él. El silencio, por tanto, se rompe cada vez que un hermano en necesidad es acogido y abrazado”.
Del mismo modo, Bergoglio subraya que “los pobres tienen todavía mucho que enseñar porque, en una cultura que ha puesto la riqueza en primer lugar y que con frecuencia sacrifica la dignidad de las personas sobre el altar de los bienes materiales, ellos reman contracorriente, poniendo de manifiesto que lo esencial en la vida es otra cosa”.
Teresa de Calcuta y Benito José Labre
Francisco concluye sus palabras destacando que “estamos llamados en toda circunstancia a ser amigos de los pobres, siguiendo las huellas de Jesús, que fue el primero en hacerse solidario con los últimos”. Así, pone como ejemplo a santa Teresa de Calcuta y a san Benito José Labre.