El Papa ha recibido hoy en audiencia a los participantes en el encuentro anual con los moderadores de las asociaciones de fieles, de los movimientos eclesiales y de las nuevas comunidades
El papa Francisco ha recibido este jueves en audiencia a los participantes en el encuentro anual con los moderadores de las asociaciones de fieles, de los movimientos eclesiales y de las nuevas comunidades, promovido por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y Vida, que se celebra con el tema ‘El desafío de la sinodalidad para la misión’.
“Mi deseo es que después de este Sínodo, la sinodalidad siga siendo una forma permanente de actuar en la Iglesia, a todos los niveles, entrando en el corazón de todos, pastores y fieles, hasta convertirse en un ‘estilo eclesiástico’ compartido”, ha asegurado el Papa. Sin embargo, ha reconocido que todo esto “requiere un cambio que debe producirse en cada uno de nosotros, una verdadera conversión”.
“Desde la perspectiva de esta conversión espiritual el Papa ha establecido tres anuncios basados en la Pasión según el Evangelio de Marcos: “pensar según Dios , superar cualquier cierre y cultivar la humildad”.
“En la Iglesia, antes de tomar cada decisión, antes de iniciar cada programa, cada apostolado, cada misión, siempre debemos preguntarnos: ¿qué quiere Dios de mí, qué quiere Dios de nosotros, en este momento, en esta situación?”, ha dicho el Papa. “Recordemos que el protagonista del camino sinodal es el Espíritu Santo, no nosotros”, ha aseverado. “Sólo Él nos enseña a escuchar la voz de Dios, individualmente y como Iglesia”.
“Dios es siempre más grande que nuestras ideas, es más grande que la mentalidad dominante, las ‘modas eclesiásticas’ del momento, incluso el carisma de nuestro grupo o movimiento particular”, ha aseverado. “Por lo tanto, nunca damos por sentado que estamos en sintonía con Dios: más bien, siempre tratamos de elevarnos por encima de nosotros mismos para convertirnos a pensar según Dios y no según los hombres”.
En segundo lugar, “superar cada cierre”. “Tengan cuidado con la tentación del ‘círculo cerrado’. Los Doce habían sido elegidos para ser fundamento del nuevo pueblo de Dios, abierto a todas las naciones de la tierra, pero los Apóstoles no captan este gran horizonte: se vuelven sobre sí mismos y parecen querer defender los dones recibidos de el Maestro -curando a los enfermos, expulsando demonios, anunciando el Reino (ver Mc 2,14)- como si fueran privilegios”, ha explicado.
“Y esto también es un desafío para nosotros: no ir más allá de lo que piensa nuestro círculo”, ha apuntado el Papa, “convencernos de que lo que hacemos es bueno para todos, defender, quizás sin darnos cuenta, posiciones, prerrogativas o prestigios de grupo”.
“La sinodalidad nos pide, en cambio, mirar más allá de las barreras con grandeza de alma, para ver la presencia de Dios y su acción también en personas que no conocemos, en nuevos métodos pastorales, en ámbitos de misión en los que nunca antes habíamos participado; nos pide que nos dejemos golpear, incluso herir por la voz, la experiencia y el sufrimiento de los demás: de nuestros hermanos en la fe y de todas las personas que están cerca de nosotros”, ha explicado.
Finalmente, el tercero: “cultivar la humildad”. “La conversión espiritual debe partir de la humildad, que es la puerta de entrada a todas las virtudes. Me da tristeza cuando encuentro cristianos que se jactan: porque soy sacerdote de aquí, o porque son laicos de allá, porque pertenezco a esta institución… Esto es malo. La humildad es la puerta, es el comienzo”, ha insistido.
“Me duele cuando encontramos cristianos, como decimos en español, de “yo, mí, me, conmigo”, ya que “es la persona humilde la que defiende la comunión en la Iglesia, evitando divisiones, superando tensiones, sabiendo dejar de lado incluso las propias iniciativas para contribuir a proyectos compartidos, y esto porque encuentra alegría en el servicio y no frustración o rencor”.
Por último, el Papa ha querido subrayar el papel de los movimientos eclesiales. “Los movimientos de la iglesia son para el servicio, no para nosotros mismos”, ha aseverado. “Es triste cuando sientes que ‘pertenezco a esto, al otro, al otro’, como si fuera algo superior. Los movimientos eclesiales están para servir a la Iglesia, no son en sí mismos un mensaje, una centralidad eclesial. Son para servir”.