“¿Se puede uno reír de Dios? Por supuesto. No es una blasfemia”. Esta es una de las lecciones que el papa Francisco impartió esta mañana en un encuentro que mantuvo con un grupo de humoristas y actores cómicos de diferentes países en el Palacio Apostólico. Eso sí, marcó un límite: “Se puede hacer sin ofender los sentimientos religiosos de los creyentes, sobre todo de los pobres”.
En primera fila, le escuchaba al actriz Whoopy Golderg, conocida por interpretar a una monja en la saga ‘Sister Act’, junto a Jimmy Fallon o Chris Rock. Entre los invitados, se encontraban tres españolas: Cristina Castaño, Sara Escudero y Victoria Martín.
“Esto que voy a decir ahora no es una herejía: cuando ustedes logran hacer brotar una sonrisa de los labios de un solo espectador, hacen sonreír también a Dios”, compartió el Papa. Es más, incluso llegó a decir: “Ustedes consiguen un milagro. Hacen reír a la gente, incluso cuando tratan problemas pequeños o grandes”.
“Ayúdenos con una sonrisa a ver la realidad con sus contradicciones y a soñar con un mundo mejor”, solicitó Jorge Mario Bergoglio a su auditorio. “La sonrisa es el mejor antídoto contra el individualismo y el egoísmo”, sentenció, convencido de que es “capaz de romper las barreras sociales”.
A la par, reivindicó cómo, a través de su trabajo, los humoristas “despiertan el sentido crítico” y “denuncian los excesos del poder, dan voz a situaciones olvidadas, señalan comportamientos inadecuados…”. “Pero sin sembrar la alarma o el terror, la ansiedad o el miedo, como hace mucha comunicación”, añadió.
“Mientras que hoy en día la comunicación genera a menudo oposiciones, ustedes saben reunir realidades diferentes y a veces incluso opuestas. ¡Cuánto tenemos que aprender de ustedes!”, confesó el Papa, que subrayó “la sabiduría” de estos profesionales. “Tienen y cultivan el don de hacer reír”, elogió, convencido de que tienen “el poder de difundir serenidad y sonrisas”.
“Que Dios les bendiga a ustedes y a su arte”, subrayó el pontífice, que recomendó a los presentes la lectura de la oración de santo Tomás Moro que Francisco confesó que reza cada día desde hace más de cuarenta años y que comienza así: “Dame Señor, el sentido del humor”. El Papa remató el encuentro con un deseo: “Recen por mí a favor, con una sonrisa, no en contra”. Y su auditorio rompió a reír.