Culturas

Charpentier: Dios también está en Eurovisión





Poco se sabe de su vida; sin embargo, sorna no le faltó a quien fue uno de los grandes compositores del Barroco, Marc Antoine Charpentier (1643-1704), sobre el que cayó durante demasiado tiempo (¿son poco tres siglos?) el velo del olvido. El manto que se retiró de golpe, a mediados del siglo XX, al descubrirse en la Biblioteca Nacional de Francia la que es su obra más famosa, ‘Te Deum’, grabada en disco primero (eran tiempos analógicos) y convertido su prólogo de fanfarrias en re mayor (su arreglo para órgano solista es fantástico) en la cabecera del Festival de la Canción de Eurovisión. Como para no recordarlo ‘ab aeterno’. ¿Qué pensaría el músico si levantara la cabeza? Mejor no hacer vaticinios y dejarle descansar.



Y decíamos al empezar que no le faltaba una pizca de sorna, porque él mismo se convirtió en su propio fantasma y se dio voz en ‘Epitaphium Carpentarii’, donde se despacha con esta declaración de principios que son finales: “Soy aquel que, nacido hace poco, fui conocido en el mundo; aquí estoy, muerto y desnudo en el sepulcro, donde no soy nadie: polvo, ceniza y pasto de gusanos. […]. Fui músico; los buenos me tuvieron por bueno; y los ignorantes, por ignorante. Y como el número de quienes me despreciaron fue mucho mayor que el de quienes me elogiaron, la música fue para mí de escaso honor y una gran carga; y así como al nacer no aporté nada al mundo, al morir no me he llevado nada de él”. Charpentier dejó un abrumador catálogo de más de 500 obras y, mira por dónde, ha pasado a la historia popular por ser “el de Eurovisión”.

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Etiquetas: música
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