México

La Sierra Tarahumara recuerda a los jesuitas Javier y Joaquín a dos años de haber sido asesinados

  • En entrevista para Vida Nueva, el sacerdote Javier Ávila asegura que la congregación no abandonará jamás a los rarámuris
  • “Mucha gente dice que nos vamos a ir porque nuestra vida peligra, pero la vida está en juego desde que la entregamos en la Compañía de Jesús”





Los feligreses de la localidad de Cerocahui, en la Sierra Tarahumara del estado de Chihuahua, recordarán este 20 de junio a los sacerdotes jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora, a dos años de haber sido asesinados en su parroquia, al intentar defender al guía de turistas Pedro Palma, quien era perseguido por José Noriel Portillo Gil, el autor de los homicidios y quien fue encontrado muerto nueve meses después de aquel suceso.



En entrevista para Vida Nueva, el sacerdote Javier Ávila, quien realiza su ministerio en la parroquia de Creel, también en la Diócesis de Tarahumara, asegura que, a dos años del homicidio, en Cerocahui la gente se siente más segura en su tránsito, pero prefiere no salir por la noche, pues los grupos criminales que operan en la zona ahora se dedican a la tala clandestina.

La delincuencia cambia de giro

El padre Javier Ávila explicó que, tras el asesinato de los jesuitas, llegó a Cerocahui una gran cantidad de elementos de la Guardia Nacional, y por lo menos la gente de la comunidad está más tranquila y se puede movilizar más fácilmente.

Y es que -refirió- “este sujeto, el autor de los homicidios, era el dueño, tenía el sartén por el mango, y el mango también; todo el mundo le temía; él llegaba con tranquilidad y con libertad al pueblo; a veces hacía las fiestas, hacía lo que quería, así que la gente tenía muchísimo miedo y lo que pasa ahora, que ya lo había dicho yo a las autoridades, el día en que detengan al delincuente o lo maten, como fue lo que sucedió, las cosas no se van a mejorar; al contrario, van a seguir igual o peor porque empieza la lucha por el poder, el retomar la plaza dentro de los mismos grupos armados”.

En Cerocahui la gente está tranquila por la presencia de la Guardia Nacional -señaló el padre Javier- “eso les da tranquilidad, la gente se mueve con más paz, pero en el resto de la tierra no han cambiado mucho las cosas, pues siguen los grupos armados que ahora se dedican a la deforestación clandestina; han acabado muchísimo con el bosque“.

Señaló que por esa razón la gente no prefiere salir o pasar por la tierra de noche: “hay gente que lo hace tranquilamente, pero por lo general existe el temor y no se mueven con tanta libertad”, añadió.

Jesuitas, firmes en la misión y el compromiso

En cuanto a la percepción del homicidio por parte de la Compañía de Jesús, aseveró: “Para nosotros fue un golpe muy fuerte; un servidor convivió con Javier los 49 años que tengo aquí en Tarahumara; conviví con Joaquín en muchas partes de mi formación que hicimos juntos; para nosotros los jesuitas significó un Kairós: el tiempo de Dios en nuestras vidas que nos toca el corazón y nos reafirma”.

“Nos reafirmó tanto la misión como nuestro compromiso con este pueblo, nuestra misión de caminar con ellos, al servicio de ellos, de ser para los demás hasta dar la vida por ellos; esto es como el paso de Dios por nuestras vidas; también es una reconfirmación de que nuestra presencia aquí va a seguir”.

Exequias de sacerdotes asesinados en Cerocahui, Chihuahua, México (junio 2022)

Y recordó: “Yo lo dije, lo digo, ‘no nos vamos a ir de aquí’; mucha gente decía ‘se van a ir los padres porque su vida peligra’; la vida está en juego desde que la entregamos en la Compañía de Jesús; está el peligro de cerca, por supuesto, me muevo con menos libertad, que como me movía cuando recién llegué a la Tarahumara hace casi 50 años, que yo salía a las 3:40 de la mañana por la sierra manejando solo porque venía de una comunidad o iba a una comunidad, y no pasaba absolutamente nada, ni le temía a nada”.

Actualmente, de acuerdo con el padre Javier, hay alrededor de 250 agentes de pastoral sirviendo en la Sierra Tarahumara: “religiosas, religiosos, sacerdotes jesuitas, franciscanos, de la misión de María, de los vicentinos, hombres y mujeres”.

“La oración de los tarahumaras es el baile”

Las tradiciones religiosas de las comunidades de la Sierra Tarahumara son “muy antiguas; la Compañía de Jesús fue la primera que llegó aquí desde finales de 1500 y principios de 1600; después llegaron las religiosas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Pobres, que fundó el padre José María de Yermo y Parres, hay gente formada por ellos, ya gente anciana y hay mucha tradición religiosa“.

La oración de los tarahumaras es el baile -señaló el sacerdote- “bailan a Dios y al estar bailando a Dios eso los libera mucho, y además cumplen con una tradición muy linda; dicen que Dios los puso en el mundo para cuidar el mundo porque nosotros nos lo estamos acabando, y tienen toda la razón; y la mejor manera de cuidar el mundo, dicen ellos, es haciendo fiesta porque en la fiesta todos nos empatamos todos sonreímos, todos somos felices”.

Así será la conmemoración

El padre Ávila explica que el próximo jueves 20 de junio se hará memoria de la muerte de los padres Joaquín y Javier: “comenzaremos con una caravana de vehículos por parte de la comunidad mestiza, desde Las Cruces, lugar donde se encontraron los cuerpos de los padres y del guía de turistas; se hará parada en tres lugares que también los padres visitaban y donde la gente misma dice ‘aquí párense’; ahí también tenemos que hacer la memoria”.

Se hará también una celebración religiosa con los ‘matachines’, quienes pasarán toda la noche bailando dentro y fuera del templo en Cerocahui. Al día siguiente, se celebrará una misa a las 12 de la tarde.

Probablemente la celebración sea presidida por el obispo de la Tarahumara, Juan Manuel González y por el obispo de una diócesis vecina: “Se comparte la comida con la fiesta y ya cada quien, en la tarde, se retira a sus casas; esa es la manera como celebran la vida y la fe el pueblo rarámuri y el pueblo no indígena”, añadió.

El sacerdote dijo que la gente no olvida este aniversario porque fue muy impactante para la comunidad, sobre todo porque los sacerdotes Javier y Joaquín pertenecían a la Compañía de Jesús. Previo a estos asesinatos “hubo muchas más muertes y no pasaba nada, habían matado a sacerdotes y no pasaba nada; no solamente aquí en la región, sino en el país”.

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