En la tarde de ayer, 19 de junio, la editorial PPC y la Diócesis de Jaén celebraron el foro ‘Espiritualidad en lo cotidiano’, con el fin de “explorar la belleza y profundidad de la vida espiritual en los momentos más simples y ordinarios de nuestra existencia”.
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El Foro de Espiritualidad, que acogió el claustro de la catedral de la Natividad de Nuestra Señora, en Baeza, fue moderado por María Dolores Ocaña, delegada de Medios del Obispado de Jaén, y contó con los testimonios de Fernando Millán, religioso carmelita y director del Instituto de Espiritualidad de la Universidad Pontificia Comillas; Jesús Montiel, escritor y poeta; y Luis María Salazar, sacerdote jienense y profesor de la Facultad de Teología de la Universidad Loyola en Granada.
La música, muy presente
Tras el cántico de bienvenida del coro ‘Llama de Amor Viva’, abrió las jornadas Francisco Juan Martínez Rojas, deán de la catedral de Baeza, quien hizo un recorrido por la historia artística y devocional en torno al templo y a la comunidad creyente local, al tiempo que deseó que fueran referentes “de una espiritualidad recia y que consiga que nuestra palabra sea significativa en este mundo posmoderno, poscristiano y secularizado”.
Sobre el hecho de que vivamos en un tiempo que se reconoce espiritual pero no necesariamente religioso o creyente, Millán reconoció la “diversidad” presente y vio en ella elementos “negativos y positivos”. Los primeros corresponden a diagnósticos que achacan esa espiritualidad a una “visión narcisista y centrada en el yo en vez de en Dios”. En cambio, si se observa con esperanza, es un avance el que “la gente busque un sentido trascendente”. En definitiva, estamos ante una oportunidad: “Ante tal ansia de sentido, el mundo nos está diciendo algo a los creyentes”.
Más la copa que el vino
Montiel acudió a su “experiencia personal”, al crecer “en un ambiente muy conservador, donde se daba más importancia a la copa que al vino, al continente que al contenido”. Pero, “conforme he ido creciendo, sufriendo y fracasando en muchos sentidos”, ahora doy más importancia al vino que a la copa, aun sabiendo que esta tiene que estar para que podamos beber de ella”. Esto se traduce en que “la forma, la tradición y la religión son importantes y necesarias, pero lo bueno de nuestra época es que la gente señala al vino y tiene sed de un buen trago. No está para ver adornos ni florituras, sino que realmente tiene sed de Dios”.
Puesto que “el ser humano siempre tiene conciencia de la finitud, de la muerte, este anhelo espiritual está en carne viva”. Por ello, para el poeta, “no dejaremos de estar inquietos y preguntándonos a dónde vamos”.
Imagen de Dios
Salazar consideró que nos marca el hecho de que “el ser humano sea imagen de Dios”: “Hay en nosotros un deseo imposible de saciar por completo, alcancemos lo que alcancemos en nuestra vida. Y eso es lo que nos lleva siempre a ir más lejos de nosotros mismos. Antes, la religión era el cauce por el que esos deseos discurrían de un modo natural y eficaz. Pero, con el proceso secularizador de la modernidad, ese pozo se ha secado en muchos sitios”.
Aunque, con todo, lo peor es que “a veces se buscan mecanismos para apagar ese deseo, en vez de canalizarlo. Hay ‘ofertas’ espirituales que, en el fondo, tratan de acallar ese deseo. En cambio, la propuesta cristiana busca aumentarlo y que llegue a tener las dimensiones del don que se nos quiere ofrecer.
Cerró el acto Raúl Rodríguez Castillo, director de PPC España, junto a Pedro Miguel García Fraile, director global de PPC. El primero puso en valor la importancia de coloquios como este, que buscan ser “iniciativas pastorales que nos ayudan a cada uno de nosotros a vivir hondamente y abrirnos en todo lo que somos, sin miedo a lo que nos pueda ocurrir”.