La Subcomisión de Migraciones y Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal Española ha enviado, como cada año, su mensaje
Un año más, los obispos de la Subcomisión de Migraciones y Movilidad Humana de la Conferencia Episcopal Española, con motivo de la 56 celebración de la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico –que se celebra el 7 de julio–, han enviado su habitual mensaje.
Así, han saludado a todos aquellos relacionados con la movilidad humana y la seguridad vial: DGT, guardia civil, policía de tráfico, camioneros, taxistas, repartidores, conductores de autocar y autobús, ambulancias, bomberos, cofradías de san Cristóbal, asociaciones de transportistas, de víctimas, automovilistas, motoristas, ciclistas… y usuarios de patinetes, “que cada día son más los que circulan por nuestras ciudades”.
“No olvidamos a quienes trabajan, en ocasiones durante el día y la noche, en los muchos servicios relacionados con la movilidad, como gasolineras, restaurantes, talleres mecánicos, etc.”, añaden. “Saludamos también a los peatones que transitan por los centros urbanos y los animamos al buen uso de los pasos de peatones y aceras, con el fin de evitar posibles accidentes”.
“La movilidad, tanto de personas como de mercancías, en nuestra sociedad del siglo XXI, constituye una realidad pujante”, señalan. “Nuestras carreteras, sobre todo en los meses de verano, se llenan de vehículos particulares, donde familias enteras se desplazan para pasar unas merecidas vacaciones o visitar a la familia, con grandes deseos de disfrutar del reencuentro o gozar unos días de la playa o de la montaña”.
Asimismo, subrayan que “a los millones de conductores particulares hay que añadir los muchísimos transportistas, nacionales e internacionales, de personas y mercancías, que día y noche circulan por toda la red nacional, prestando un preciosísimo servicio a nuestra sociedad, del cual no siempre somos conscientes ni agradecidos”.
Por otro lado, la Subcomisión ha elegido las palabras del evangelista san Juan ‘Yo soy el camino y la verdad y la vida’ como lema de este año, las cuales “fueron pronunciadas por Jesús en el discurso de despedida de sus discípulos antes de partir de este mundo al encuentro definitivo con el Padre”.
“‘Yo soy el camino’. Todos sabemos que cuando salimos de viaje para ir a un determinado lugar, no es indiferente la elección del camino. Si queremos llegar a tiempo, hemos de elegir el camino que esté en mejores condiciones y que sea bien conocido“, señalan.
El camino, como la carretera o la autopista, “es un lugar de tránsito, de salida, de llegada y de encuentro”, dicen. “Caminar con Jesús me obliga a ser buen conductor, responsable, cumplidor de las normas de tráfico y respetuoso con los demás conductores como rezamos en la oración a la Virgen de la Prudencia: ‘No por temor a la multa sino por amor a Dios y respeto a mi prójimo'”.
“Caminar con Jesús me obliga a no pasar de largo ante una necesidad de mi prójimo, como hizo el buen samaritano, al encontrarse con quien estaba malherido al borde del camino y necesitaba una mano amiga que lo curase y llevase a la posada”, aseveran.
“Caminar con Jesús es hacer agradable el viaje de los que comparten el vehículo conmigo, levantando los ánimos y la esperanza, y, si es preciso, parar a descansar en un área de servicio, compartir un café o un almuerzo en la mesa, como vemos que hacen Jesús y los discípulos de Emaús”, explican.
“‘Yo soy la verdad'”, continúan. “Nuestras carreteras, con relativa frecuencia, son lugares donde se producen accidentes entre vehículos, de mayor o menor gravedad para los usuarios, y no siempre se dice la verdad cuando se trata de averiguar quién y cómo se produjo el siniestro. En casos así, donde parece que la verdad o la mentira tienen el mismo valor”.
Y, en cuanto a ‘Yo soy la vida’, apuntan que “somos muy frágiles, muy frágiles y, al menor descuido, podemos perder la vida; por eso, debemos cuidarla y tratarla con mucho respeto y dedicación. El uso del coche es algo muy normal y ordinario en la vida de cual- quier conductor. Pero, cuando conduces un vehículo, solo o en compañía, no puedes olvidar, en ningún momento, la grave responsabilidad que asumes de velar por tu vida y la de los demás”.
Por todo ello, animan a “cuidar la vida”, ya que “no hay dinero suficiente para comprar una sola vida. Somos únicos e irrepetibles”. “Amar y respetar la vida propia y ajena, para un conductor, equivale a permanecer atento a la conducción, respetando en todo momento las normas de tráfico que son las que me indican en cada momento cómo debo comportarme por mi bien y por el de los demás”, aseveran. Por ello, piden “no usar el móvil indebidamente” y “ser prudentes”.