Julián Ruiz presidió la celebración en la que se leyó el Mensaje al Pueblo de Dios, aprobado por todos los sinodales, en el que insisten en ser, “en medio de nuestra sociedad, una Iglesia en salida”
El obispo de Sigüenza-Guadalajara, Julián Ruiz, presidió en la tarde de ayer, en la catedral de Sigüenza, la eucaristía de clausura del Sínodo Diocesano. En ella participó también el obispo emérito, Atilano Rodríguez, a quien Ruiz agradeció “su iniciativa y su constante esfuerzo” para llevarlo adelante, pues fue él quien lo convocó en el mismo templo el 2 de diciembre de 2018.
Durante estos cinco años y medio, son numerosos los sacerdotes, religiosos y laicos -hasta 6.000 personas respondieron a la encuesta- que han participado de este proceso sinodal, que servirá para perfilar el impulso pastoral que la diócesis tendrá que llevar a cabo en los próximos años.
Durante la celebración, el secretario del Sínodo, Ángel Luis Toledano, leyó el Mensaje al Pueblo de Dios, aprobado por todos los sinodales, en el que se hace un recorrido histórico de estos años caminando juntos, se recuerda el “dolor provocado por la pandemia” y se reconoce el esfuerzo de los distintos grupos y comisiones trabajando cuatro temas: Llamados, Desafiados, Evangelizamos y Servimos.
“Estos núcleos temáticos constituyen todo un itinerario de reflexión y discernimiento para la renovación de la vida eclesial y la evangelización: las personas (la familia, los jóvenes, la mujer, los alejados, los laicos, los pobres…); los contextos (el mundo rural, la vida pública, la acción social y caritativa, la comunicación, la ecología…); y los fundamentos de nuestra vida de fe (la vocación, la coherencia de vida, la comunión eclesial, la celebración y transmisión de la fe…)”, remata el texto.
El mensaje alude también a los retos que la diócesis tiene por delante en su tarea evangelizadora, a los que tiene que responder animada “por el ejemplo y los mensajes permanentes del papa Francisco”, pues “queremos ser, en medio de nuestra sociedad, una Iglesia en salida, acogedora y samaritana, abierta a todos”.
En su homilía, Ruiz invitó a sus diocesanos a no tener miedo. “Tal vez sentimos el vértigo ante lo desconocido por el camino que juntos hemos de realizar todavía. Es posible que naveguemos en medio de un mar de dudas y que el miedo nos paralice y nos impida avanzar. Sin embargo, hay una fuerza positiva, que mueve el mundo, una fuerza capaz de renovar y transformar a las criaturas: la fuerza del ‘amor de Cristo’, fuerza divina, trascendente”, señaló.
Para el prelado, con esta clausura del Sínodo “comienza una inédita etapa en nuestra diócesis que se distingue por ser nueva en su ardor, en sus métodos y en sus expresiones”. Y agregó: “Pueden llegar hasta nosotros, en oleadas sucesivas y atemorizadoras, la resistencia, la duda, la desconfianza, el deseo de seguir haciendo lo mismo porque siempre se ha hecho así, pero Jesús nos dice: ‘¿Por qué tenéis miedo?’”.
Ruiz insistió en que Sigüenza-Guadalajara es “una diócesis en camino, en devenir. Abierta a todos los mares. Experta en aguas profundas. Pero guiada por el Espíritu Santo que nos hace reconocer a Jesucristo vivo presente en nuestra historia, manantial de vida y vida abundante”.
Ahora, continuó el prelado, “nos espera el mar de la misión, el mar de la evangelización, del testimonio, del compromiso” y remarcó que “Jesús está a nuestro lado. No abandona la barca de su Iglesia”.
Tras la clausura pública, el Sínodo tendrá un desarrollo posterior, porque como declaró el obispo, “el Sínodo no concluye, queda por delante la vida, y esperamos que sea vida abundante y fecunda”.
Por tanto, en una siguiente fase, tras la publicación de las constituciones, se pondrá en práctica todo lo que ha sido objeto del discernimiento común mediante planes pastorales que recogerán el fruto del trabajo llevado a cabo durante el camino sinodal.