Asia

La paz pasa por “reconocer a Corea del Norte como país”

  • En plena tensión, la Iglesia celebra este 25 de junio, como cada año desde 1965, la Jornada de Oración por la Reconciliación y la Unidad Nacional
  • La misionera española Ester Palma pide “huir de dicotomías fáciles como buenos-malos” y “escuchar y acoger al otro tal como es”





Entre 1950 y 1953, una de las más trágicas consecuencias de la Guerra Fría entre la Unión Soviética y Estados Unidos se vivió en la península coreana, que quedó literalmente partida en dos partes: el norte comunista y el sur capitalista. Ocho décadas después, la fractura sigue siendo absoluta y estamos ante dos países que, más que separados, son dos entes opuestos. Una brecha por la que se cuela el odio cainita, especialmente entre sus gobiernos.



El 19 de septiembre de 2018 pareció atisbarse un hilo de esperanza tras la firma entre Pionyang y Seúl de un acuerdo para reducir las tensiones en la frontera y concretar en ella un “espacio desmilitarizado”; con ello se buscaba, en definitiva, que ningún posible error humano derivara en un cataclismo nuclear. Sin embargo, hoy dicho pacto parece papel mojado y ambos ejecutivos se acusan de violar el acuerdo. Así, a la filtración “accidental” de soldados norteños en la línea de separación, Corea del Sur respondió con disparos. Algo que ha molestado a Kim Jong-un, que ha hecho enviar globos con basura y estiércol.

Más allá del anhelo espiritual

En plena escalada de tensión, la Iglesia coreana celebra este 25 de junio, como hace cada año desde 1965, la Jornada de Oración por la Reconciliación y la Unidad Nacional. Una ocasión en la que, desde el anhelo espiritual de unas relaciones fraternas entre pueblos con un evidente tronco común, se ha querido avanzar realmente en la llamada al diálogo político.

Un talante que, en declaraciones a Fides, ha evidenciado el obispo Simon Kim Jong-gang, presidente del Comité de Reconciliación Nacional de la Conferencia Episcopal Coreana: “¿Qué podemos hacer ahora que las relaciones intercoreanas están al borde del colapso?”. Una pregunta lanzada al aire a la que, pese a todo, responde con esperanza: “Lo que podemos hacer es nuestra propia conversión” y “reflexionar sobre si realmente hemos tratado a nuestros hermanos de Corea del Norte como ‘compatriotas’ durante estos años de división. Debemos comenzar nuestro nuevo camino con un corazón humilde y un espíritu de sincera conversión. Porque la verdadera unidad puede lograrse cuando nos esforzamos por cambiar nosotros mismos, con un corazón acogedor y comprensivo hacia los demás”.

Escucha verdadera

En conversación con Vida Nueva, la misionera española Ester Palma, religiosa de los Servidores del Evangelio de la Misericordia de Dios que lleva desde 2007 en Corea del Sur, abunda en este espíritu de encuentro: “Hemos de intentar huir de las dicotomías fáciles: buenos-malos, nosotros-vosotros. El proceso de reconciliación puede empezar si tratamos de escuchar y de acoger al otro tal como es y de darle espacio para existir, reconociendo que merece ser y existir. En el caso de Corea del Norte, reconocerles como país sería parte de un proceso de paz y reconciliación”.

Y es que “construir la paz implica que bajemos dentro de nosotros todos los miedos, los prejuicios y tantas cosas que se esconden en nuestro corazón. Frente a Corea del Norte hay mucho por sanar, reconciliar y una mirada nueva por estrenar que nos ponga en camino hacia el diálogo y la paz”.

Oración y simposios

Al celebrar cada año la Jornada de Oración por la Reconciliación y la Unidad Nacional, la Conferencia Episcopal Coreana pide a todas las parroquias del país que se rece en sus templos a diario, del 17 al 25 de junio, una novena especial en torno a una plegaria confeccionada por el Episcopado y que se lee antes y después de cada eucaristía.

Al mismo tiempo, a la oración se unen dos simposios para reflexionar sobre los pasos concretos a dar, a nivel colectivo y global, para que el gran anhelo de una Corea unida fructifique algún día. El primero tuvo lugar, el 20 de junio, en el auditorio de la catedral de Seúl y tuvo por lema ‘La Iglesia católica y la educación para la paz’. El segundo coloquio, organizado por la Archidiócesis de Seúl, se celebra este 25 de junio para invitar de un modo especial a los laicos a “liderar la mejora de las relaciones”.

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