Francisco ha recibido en audiencia a los participantes en el XXV Capítulo General de la Congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús
El papa Francisco ha recibido este jueves en el Palacio Apostólico Vaticano a los participantes en el XXV Capítulo General de la Congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús (dehonianos), que se está celebrando en Roma bajo el lema ‘Llamados a ser uno en un mundo cambiante. Para que el mundo crea (Jn 17,21)’. Una frase, ha dicho el Papa, “muy acorde con vuestro carisma, en la doble dimensión mística y apostólica”.
Por ello, se ha centrado en dos partes de la mismas: “ser uno” y “para que el mundo crea”. “Es importante recordar esto”, ha dicho Francisco, “la unidad no es obra nuestra, no podemos lograrla solos: podemos hacer nuestra parte, pero necesitamos la ayuda de Dios, es Él quien nos reúne y nos reúne. nos une el alma, y nos hacemos tanto más cohesivos entre nosotros cuanto más unidos estamos a Él”.
Por eso, para que crezca la comunión, ha invitado a los presentes a “tomar en consideración el valor de la vida sacramental, de la asiduidad en la escucha y de la meditación de la Palabra de Dios, de la centralidad de la oración personal y comunitaria, en particular de la adoración como medio de crecimiento personal y fraterno y también como servicio a la Iglesia.
Y les ha dado un consejo: “que la capilla sea el lugar más frecuentado en vuestras casas religiosas, por todos y cada uno, sobre todo como lugar de silencio humilde y receptivo y de oración escondida, para que los latidos del Corazón de Cristo marquen el ritmo de vuestros días, modulen el el tono de vuestras conversaciones y sostener el celo de vuestra caridad”.
Además, ha subrayado que la unidad tiene la capacidad de evangelizar. “Se trata de un objetivo desafiante, ante el cual surgen muchas preguntas. ¿Cómo ser misioneros hoy, en un tiempo complejo, marcado por grandes y múltiples desafíos? ¿Cómo podemos decir, en los diversos ámbitos de apostolado en los que actuáis, algo significativo para un mundo que parece haber perdido el corazón? Muchas veces vemos que este mundo parece haber perdido el corazón”, ha lamentado.
Para ello, ha animado a “dejar que la palabra ‘amor’ se escriba, como Jesús, en nuestra carne, es decir, en la concreción de nuestras acciones, con tenacidad, sin detenernos ante los juicios que azote, a los problemas que angustian y a la maldad que duele, sin cansarnos, con cariño inagotable por cada hermano y hermana, en solidaridad con Cristo Redentor en su deseo de reparación por los pecados de toda la humanidad”.