‘Espera y actúa con la Creación’ es el titulo del Mensaje del papa Francisco para la Jornada de Oración por el Cuidado de la Creación, publicado hoy y cuya celebración será el próximo 1 de septiembre. Este lema hace referencia a la Carta de san Pablo a los romanos 8,19-25, donde el apóstol aclara lo que significa vivir según el Espíritu y se concentra en la esperanza cierta de la salvación por medio de la fe. Así, el Pontífice ofrece a los creyentes las siete claves para cuidar la Creación
Según Francisco, “la salvación cristiana entra en la profundidad del dolor del mundo, que no solo afecta a los seres humanos, sino a todo el universo; a la naturaleza misma, ‘oikos’ del hombre, su ambiente vital; comprende la Creación como ‘paraíso terrenal’, la madre tierra, que debería ser lugar de alegría y promesa de felicidad para todos”.
“Toda la Creación está implicada en este proceso de un nuevo nacimiento y, gimiendo, espera la liberación. La esperanza cristiana no defrauda, pero tampoco da falsas ilusiones; si el gemido de la Creación, de los cristianos y del Espíritu es anticipación y espera de la salvación que ya se está realizando, ahora estamos inmersos en muchos sufrimientos. La armonía entre los seres humanos debe extenderse también a la Creación, en la responsabilidad por una ecología humana e integral, camino de salvación de nuestra Casa común y de nosotros que habitamos en ella”.
“¿Por qué tanta maldad en el mundo? ¿Por qué tanta injusticia, tantas guerras fratricidas que causan la muerte de niños, destruyen ciudades, contaminan el entorno vital del hombre, la madre tierra, violentada y devastada?”, se pregunta Jorge Mario Bergoglio. Así, reconoce que “todo el cosmos y toda criatura gimen y anhelan ‘ansiosamente’ que se supere la condición actual y se restablezca la originaria: en efecto, la liberación del hombre comporta también la de todas las demás criaturas que, solidarias con la condición humana, han sido sometidas al yugo de la esclavitud”.
En el mismo sentido, insiste en que, “al igual que la humanidad, la Creación ―sin culpa alguna― está esclavizada y se encuentra incapacitada para realizar aquello para lo que fue concebida, es decir, para tener un sentido y una finalidad duraderos; está sujeta a la disolución y a la muerte, agravadas por el abuso humano de la naturaleza. Pero, por el contrario, la salvación del hombre en Cristo es esperanza segura también para la Creación. Entonces, en la redención de Cristo es posible contemplar con esperanza el vínculo de solidaridad entre el ser humano y todas las demás criaturas”.
Para Francisco, “en la expectación esperanzada y perseverante de la venida gloriosa de Jesús, el Espíritu Santo mantiene alerta a la comunidad creyente y la instruye continuamente, llamándola a la conversión de estilos de vida, para que se oponga a la degradación humana del medio ambiente y manifieste esa crítica social que es, ante todo, testimonio de la posibilidad de cambio. Esta conversión consiste en pasar de la arrogancia de quien quiere dominar a los demás y a la naturaleza ―reducida a objeto manipulable―, a la humildad de quien cuida de los demás y de la Creación. Todas estas relaciones deben ser, sinérgicamente, restauradas, salvadas, ‘reorientadas’. No puede faltar ninguna. Si falta una, falla todo”.
“Esperar y actuar con la Creación significa, en primer lugar, aunar esfuerzos y, caminando junto con todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Un poder incontrolado engendra monstruos y se vuelve contra nosotros mismos”, destaca.
Como recalca Francisco, “la obediencia al Espíritu de amor cambia radicalmente la actitud del hombre: de ‘depredador’ a ‘cultivador’ del jardín”. Por eso, “pretender poseer y dominar la naturaleza, manipulándola a voluntad, es una forma de idolatría. Es el hombre prometeico, ebrio de su propio poder tecnocrático, que con arrogancia pone a la tierra en una condición ‘des-graciada’, es decir, privada de la gracia de Dios”.
Por otro lado, insiste en que, “constantemente atraída hacia su futuro, la Creación no es estática ni está encerrada en sí misma. Hoy en día, también gracias a los descubrimientos de la física contemporánea, el vínculo entre materia y espíritu se presenta de manera cada vez más fascinante para nuestro conocimiento”.
“El cuidado de la Creación no es solo una cuestión ética, sino también eminentemente teológica, pues concierne al entrelazamiento del misterio del hombre con del misterio de Dios. Se puede decir que este entrelazamiento es ‘generativo’, ya que se remonta al acto de amor con el que Dios crea al ser humano en Cristo. Este acto creador de Dios otorga y funda el actuar libre del hombre y toda su eticidad: libre precisamente es su ser creado a imagen de Dios que es Jesucristo, y por ello ‘representante’ de la Creación en Cristo mismo”, explica.
Y agrega: “Hay una motivación trascendente (teológico-ética) que compromete al cristiano a promover la justicia y la paz en el mundo, también a través del destino universal de los bienes: se trata de la revelación de los hijos de Dios que la Creación espera, gimiendo como con dolores de parto. En esta historia no solo está en juego la vida terrena del hombre, está sobre todo su destino en la eternidad, el ‘eschaton’ de nuestra bienaventuranza, el Paraíso de nuestra paz, en Cristo Señor del cosmos, el Crucificado-Resucitado por amor”.