Montserrat del Pozo: “Queremos seguir proyectando nuestra misión educativa en beneficio de la sociedad”

Superiora general de las Misioneras de Nazaret

Montserrat del Pozo nació en Caracas en 1954, pero desde los 10 años se trasladó a Barcelona, ​​donde su familia se exilió. Graduada en Filosofía en la Universidad Autónoma de Barcelona, posee también una Maestría en Psicología Familiar.



PREGUNTA.- ¿Qué ha supuesto celebrar estos 150 años de historia?

RESPUESTA.- Estos 150 años han sido un momento de gracia, un momento de plenitud donde hemos podido agradecer, de todo corazón, la herencia que hemos recibido. Asimismo, ha sido una oportunidad para mirar al futuro. Queremos seguir proyectando nuestra labor y nuestra misión educativa en beneficio de toda la sociedad.

P.- Y seguir la intuición de San José Manyanet…

R.- Sí, hoy día, el mensaje de San José Manyanet sigue muy vigente. Educar a jóvenes y niños para que puedan formar familias cristianas es un mensaje muy actual. La familia es el núcleo, la célula, es el órgano que ayuda a revitalizar toda la sociedad. Por tanto, debemos seguir trabajando en favor de una familia sana y abierta. Una familia donde haya unas buenas relaciones interpersonales y donde se puedan ayudar los unos a los otros.

P.- ¿Es válida hoy la opción por la vida consagrada?

R.- La vida consagrada sigue dando respuesta a las necesidades de cada momento, atenta a la Palabra de Dios y a las fuerzas del cambio, que son signos del tiempo, por eso se replantea los servicios educativos, sanitarios, asistenciales… que se prestan en la actualidad. No tanto el qué, porque enseñar al que no sabe, visitar, atender al enfermo, dar de comer al hambriento, visitar al preso… siguen siendo obras de misericordia, imprescindibles, necesarias mientras haya personas que lo requieran, cuanto el cómo llevarlas a cabo.

P.- ¿Qué le pide a la vida religiosa del futuro?

R.- Tenemos que ser capaces, como consagrados, de reflexionar juntos, desde puntos de vista bien diferentes, de aunar iniciativas desde diversas latitudes, compartiendo misiones desde distintos carismas, tenemos que ser capaces de ensanchar la mirada para encontrar y/o inventar caminos, tenemos que ser capaces de transmitir la esperanza que nos alienta el Espíritu del que somos cómplices, tenemos que ser capaces no tanto de buscar respuestas, sino, sobre todo, y con osadía, de plantearnos nuevas preguntas.

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