La abstracción de Vítor Mejuto (Barcelona, 1969) sorprende. El artista, también fotógrafo de prensa, afincado en Vilagarcía de Arousa (Pontevedra), pinta formas geométricas llenas de color que esconden una inesperada reflexión, un universo renovador y sugerente. Si el visitante a la madrileña galería Espacio Valverde se fija, encontrará en sus obras una de las propuestas más sobresalientes del arte sacro contemporáneo: nada menos que una actualización del santoral junto a un corolario de parábolas y pasajes bíblicos.
“La obra de Vítor nos ha interesado muchísimo. El público que viene es fantástico, porque entra a ver primero las abstracciones, pero luego se da cuenta de que son santos y parábolas, y vive una enorme sorpresa. Tenemos una lista donde viene cada obra, lo que representa cada imagen y no sabes lo que disfruta la gente, se van encantados. Muchos son capaces de reconocer las imágenes. La obra de Vítor está totalmente imbricada con nuestra cultura y tiene bastante alma”, resume Jacobo Fitz-James Stuart, quien, desde 2006, regenta la galería junto a su esposa, Asela Pérez Becerril.
La exposición, abierta hasta mediados de julio, se titula ‘Vida y milagros’, que da nombre a una serie en la que comparece un santoral conformado con protagonistas de los evangelios –san Marcos, santo Tomás, san Lucas o san Juan Evangelista, además de María Magdalena–, pero también fundadores de órdenes religiosas –como santo Domingo de Guzmán o san Francisco de Asís– y mártires como san Edmundo, san Vito, san Pedro de Verona, san Florián de Lorch, santa Águeda de Catania… También muchos santos patrones que atraviesan la historia de Europa: san Humberto de Lieja, san Guido de Anderlecht, san Roque, san Crispín…
“Había visto algunas obras de Vítor, pero realmente, cuando vimos todo este proyecto, nos conquistó totalmente –prosigue–. Hemos hecho esta primera exposición juntos, y la verdad es que estamos muy contentos. Él, además, ha sido padre hace dos semanas, así que está feliz. Exponer su obra está siendo una experiencia muy interesante, porque es una manera de entrar de nuevo en toda la imaginería católica, pero desde una frescura y desde una óptica contemporánea”.
Discípulos, evangelistas, patronos, ermitaños, mártires, saltan del gótico, del Barroco, del Renacimiento hasta el lienzo de Vítor Mejuto, capaz de sintetizar sus retratos, en la mayoría de los casos, con símbolos que los representan. Ahí están la cruz en forma de “x” de san Andrés, los ojos de santa Lucía de Siracusa, el lobo de san Guillermo de Vercelli, la lanza de san Longinos, la barca de Santiago el Mayor, el escapulario de san Simón de Stock, el candado de san Ramón Nonato, la espada de san Bonifacio, la parrilla de san Lorenzo, las flechas de san Sebastián o el bastón de san Antonio Abad.
“Me parecía curioso que un tipo que hace abstracción geométrica esté representando toda esta tradición –añade el galerista–. Me encantan las cosas particulares, que no entran en los típicos esquemas normales, la singularidad creo que es lo más atractivo. Vivimos en una época de prejuicios, de uniformización, que a todo el mundo enseguida se le mete en un cubo, pero a mí todo lo que se sale de los esquemas habituales me interesa”.