Francisco actualiza la misión del Papa en el ángelus de san Pedro

El pontífice presenta la autoridad papal no como “atrancar las puertas de la casa, dejando entrar solo a unos pocos invitados selectos, sino en ayudar a todos a encontrar el camino de entrada”

Tras la celebración de la eucaristía, el papa Francisco ha rezado el ángelus con los fieles presentes en Roma este sábado con motivo de la solemnidad de los apóstoles san Pedro y San Pablo –patronos de Roma y Día del Papa–. En sus saludos el pontífice quiso mostrar su cercanía a todos los habitantes de Roma en esta jornada festiva en la ciudad en la que recordó especialmente a quienes viven solos o en dificultas como los enfermos, ancianos o prisioneros a quienes recordó que “la vida no se vende”. En sus saludos el pontífice quiso mostrar su cercanía a todos los habitantes de Roma en esta jornada festiva en la ciudad en la que recordó especialmente a quienes viven solos o en dificultas como el enfermos, ancianos o prisioneros a quienes recordó que “la vida no se vende”. También lamentó su dolor por quienes sufren la guerra y pidió que “Dios les libre y les sostenga en su lucha por la paz” especialmente alabó la liberación de dos sacerdotes grecocatólicos ucranianos, prisioneros rusos, y deseó que  “todos los prisioneros vuelvan a casa”.



Las llaves del Reino

Tras reflexionar en su homilía en la misa sobre la Puerta Santa del Jubileo, en su intervención el Papa recordó que “a menudo a san Pedro representado con dos grandes llaves en la mano” que “representan el ministerio de autoridad que Jesús le confió para servir a toda la Iglesia”. Estas, siguió, “son las llaves de un Reino, que Jesús no describe como una caja fuerte o una caja blindada, sino con otras imágenes: una semilla pequeña, una perla preciosa, un tesoro escondido, un puñado de levadura, es decir, como algo precioso y rico, sí, pero al mismo tiempo pequeño y poco visible”. Por ello, dedujo, “para alcanzarlo, por tanto, no es necesario accionar mecanismos y cerrojos de seguridad, sino cultivar virtudes como la paciencia, la atención, la constancia, la humildad”. Una puerta, añadió el Papa, “en la que todos, todos, todos puedan entrar”.

“La misión que Jesús confía a Pedro no consiste en atrancar las puertas de la casa, dejando entrar solo a unos pocos invitados selectos, sino en ayudar a todos a encontrar el camino de entrada, en fidelidad al Evangelio de Jesús”, como hizo Pedro hasta el martirio “no sin esfuerzo y con muchas caídas, la alegría y la libertad que vienen del encuentro con el Señor” tras sus negaciones. Y es que, destacó Bergoglio, “Pedro recibió las llaves del Reino no porque fuera perfecto, era un pecador, sino porque era humilde y honesto y el Padre le había dado una fe franca”, así “confiando en la misericordia de Dios, pudo sostener y fortalecer, como se le pedía, también a sus hermanos”.

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