No sé lo cree. Y no es para menos. Felisa Padilla acaba de vivir uno de los días más importantes de su vida. “Inolvidable”, dice. A sus 77 años ha sido condecorada por los reyes Felipe y Letizia, –acompañados de la Princesa de Asturias, Leonor, y la Infanta Sofía–, con la Orden del Mérito Civil junto a otras 17 personas de distintos puntos de España en el décimo aniversario de la proclamación del Rey. Felisa, al igual que el resto de los galardonados, ha sido merecedora de la distinción por “las virtudes cívicas de los funcionarios al servicio del Estado, así como los servicios extraordinarios de los ciudadanos españoles y extranjeros en el bien de la nación”.
Esta melillense lleva años al pie del cañón. Es voluntaria social con las Religiosas de María Inmaculada y con Cáritas y se ha empeñado en la inserción laboral de mujeres en Melilla, en especial en el barrio de El Monte y en la integración de la población musulmana, sobre todo con mujeres y niños.
“Lo recibí con muchísima sorpresa y con un poco de nervios y de miedo por no poder responder adecuadamente a todo esto”, relata. “Lo que me está pasando –dice entusiasmada– es un sueño”. Los días previos a la entrega los vivió “con muchos nervios”. “No me esperaba lo que iba a pasar, ha sido increíble”, dice también algo nerviosa al darse cuenta de la vorágine en la que se encuentra: “Estoy tan abrumada. Soy muy poca cosa para todo esto, pero bueno, Dios lo ha querido así y hay que estar dispuesta”.
El día de la entrega de la distinción, el del reconocimiento por parte de España de su labor con los desfavorecidos, fue “un regalo”. Y curiosamente señala que vivió más calmada de lo que preveía ese miércoles 19 de junio. “Fue una sensación muy fuerte encontrarme al Rey delante de mí. Fue un momento bonito y a la vez, sencillo, como lo es la Familia Real…”. “Me quedé alucinando”, dice emocionada. Todos “son muy cercanos al pueblo, siempre están sonriendo y me encantaron”, añade.
En este punto, Felisa no puede contener la risa al recordar algo que le sucedió con Felipe VI: “La Medalla tiene tres grados por lo visto y, como yo tengo 77 años, quisieron hacerme el regalo de otorgarme la Medalla al Mérito Civil de más valor, la de los tres grados, porque con mi edad lo más probable es que ya no me pudieran dar el primero, luego el segundo y luego el tercero. Me lo explicaron los de la Casa Real. Tenía que ir colgada, pero se equivocaron. Me dijeron que no me pusiera ‘pin’ porque eso era para las pequeñitas y que a mí me correspondía que me la colgaran”, cuenta sobre lo ocurrido. Sin embargo, al llegar el momento de la entrega, “le dieron al Rey la Medalla, pero no me habían dado el cordón y tampoco llevaba ‘pin’, así que don Felipe no sabía qué hacer. Me preguntó qué hacía y yo le dije que lo que él viera conveniente. Y me preguntó si me la ponía en la mano”. Una “pequeña” conversación, asegura, “con mucha familiaridad”. Mientras, a su lado, “la Reina, la Princesa y la Infanta estaban mirándonos y sonriendo”.