El próximo 20 de octubre Francisco canonizará a este fraile que murió mártir en Tierra Santa
El papa Francisco ha presidido este lunes la celebración de la Hora Tercia y el Consistorio Público Ordinario para la canonización del beato español Manuel Ruiz López, de la Orden de los Frailes Menores, así como de siete compañeros mártires.
La historia de Manuel Ruiz López comienza en Burgos, en el seno de una familia rural. En 1825, ingresó en los franciscanos, concretamente en el Convento de San Miguel de las Victorias de Priego (Cuenca). Ordenado sacerdote en 1830, fue destinado con otros diecinueve franciscanos a las misiones de Tierra Santa, desembarcando en Jaffa (Israel) el 3 de agosto de 1831 y trasladándose pronto a Damasco (Siria) para estudiar el árabe.
Allí, fue párroco de la iglesia de la Conversión de San Pablo. Sin embargo, poco tiempo después enfermó, por lo que fue enviado al Convento de Luca (Italia) hasta que mejorase. Como no lo consiguió, marchó a España, primero a su pueblo natal y luego a la ciudad de Burgos, donde en 1847 fue nombrado profesor de Hebreo y Griego en el Seminario Diocesano.
Sin embargo, el fraile deseaba volver a la actividad parroquial, por lo que fue nombrado párroco del pequeño pueblo de Para (Burgos), aunque estuvo muy poco tiempo allí: en 1856 volvía a Damasco, y, un año después, era nombrado superior de la comunidad franciscana de aquella ciudad.
La situación que encontró en Damasco era muy diferente a la que había dejado años atrás: los cristianos del Líbano y Siria eran objeto de persecución por parte de los drusos y, en 1860, fueron destruidas muchas aldeas maronitas y asesinados sus habitantes. La violencia llegó también a Damasco y, el 9 de julio del mismo año, el barrio cristiano, donde vivían unas treinta mil personas, fue asaltado y miles de cristianos degollados.
Muchos cristianos corrieron a refugiarse en el convento franciscano, confiando en la solidez de sus muros. No queriendo dejarlos abandonados a su suerte, los franciscanos decidieron no aceptar la propuesta del gobernador turco de refugiarse en su residencia.
En aquel momento, junto a Manuel la comunidad estaba compuesta por siete religiosos, todos ellos españoles menos uno: Carmelo Bolta, natural de Real de Gandía (Valencia); Nicanor Ascanio, de Villarejo (Madrid); Nicolás María Alberca, de Aguilar de la Frontera (Córdoba); Pedro Nolasco Soler, de Lorca (Murcia); Francisco Piñazo Peñalver, de Alpuente (Valencia); Juan Fernández, de Carballeda (Orense); y el austriaco Engelberto Kolland. Finalmente, los asaltantes lograron entrar en el convento, asesinando a todos los frailes junto a muchos otros cristianos.
La causa de beatificación de estos frailes comenzó en 1872, pero, la pérdida de documentos producida por la Primera Guerra Mundial obligó a reiniciar los trabajos, creándose un nuevo tribunal en Damasco en 1922. Finalmente, el 10 de octubre de 1926 los ocho franciscanos y tres católicos maronitas seglares, víctimas de la misma persecución, fueron beatificados en la basílica de San Pedro por el papa Pío XI, y ahora serán canonizados por el papa Francisco el próximo 20 de octubre de 2024.