El 1 de julio de 2023, en pleno sábado, a mediodía, el Vaticano sorprendía en el Boletín del día de la Oficina de Prensa de la Santa Sede con el nombramiento del arzobispo de La Plata en Argentina, Víctor Manuel Fernández, como prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe y, por lo tanto, presidente de la Pontificia Comisión Bíblica y de la Comisión Teológica Internacional.
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Conocido como ‘Tucho’, este prelado cercano al papa Francisco, recibió una carta pública del propio Pontífice en este momento de sucesión del cardenal jesuita español Luis Francisco Ladaria Ferrer, algo que de hecho se produciría meses después.
Hace un año, Francisco le recordaba en la carta que la finalidad principal del Dicasterio debe ser “aumentar la inteligencia y la transmisión de la fe al servicio de la evangelización, de modo que su luz sea criterio para comprender el significado de la existencia, sobre todo frente a las preguntas que plantean el progreso de las ciencias y el desarrollo de la sociedad”.
Para el Papa, la Iglesia “necesita crecer en su interpretación de la Palabra revelada y en su comprensión de la verdad” sin que esto implique imponer un único modo de expresarla. Porque “las distintas líneas de pensamiento filosófico, teológico y pastoral, si se dejan armonizar por el Espíritu en el respeto y el amor, también pueden hacer crecer a la Iglesia”. ¿En qué se ha traducido esto?
Bendecir, no maldecir
El gran estreno ante los medios y la Iglesia se produjo con la Declaración ‘Fiducia supplicans’ con fecha 18 de diciembre de 2023 sobre las bendiciones a personas en situaciones irregulares como divorciados vueltos a casar o parejas de homosexuales.
“Las bendiciones pastorales y espontáneas quieren mostrar concretamente la proximidad del Señor y de la Iglesia a todos los que, encontrándose en situaciones diversas, piden ayuda para continuar y, a veces, para iniciar un camino de fe”, defendía el papa Francisco, el 26 de enero ya que el documento fue aplaudido y criticado a partes iguales.
Desde luego la expectación ha sido máxima y el texto recibió más de 7.000 millones de visualizaciones en la web del Vaticano. Ante los críticos, el cardenal Fernández viajó además a El Cairo para tener un encuentro personal con el papa copto, Tawadros II después de que el Sínodo de la Iglesia copta anunciara que, debido a su rechazo de la Declaración y a su decisión de ofrecer una bendición a personas homosexuales que la reclamaran, se optaba por “suspender el diálogo teológico con la Iglesia católica”.
Dignidad humana
Más serena fue la acogida de otro texto: la Declaración ‘Dignitas infinita’ sobre la dignidad humana fechada el 8 de abril de 2024. El texto, más extenso que otros documentos del tipo, tiene 66 números y, además de las clásicas introducción y conclusión, está organizado en cuatro grandes apartados: una conciencia progresiva de la centralidad de la dignidad humana; la Iglesia anuncia, promueve y se hace garante de la dignidad humana; la dignidad, fundamento de los derechos y de los deberes humanos; y algunas violaciones graves de la dignidad humana.
Con este documento, el Vaticano remasterizó la declaración de los Derechos Humanos, ya que a la denuncia contra el aborto y la eutanasia, se suman ahora la explotación laboral, la vejación a los migrantes, la trata, los feminicidios o la violencia digital.
‘Dignitas infinita’ busca acabar con la dicotomía entre quienes consideran que la dignidad lleva solo aparejada la defensa del no nacido o del enfermo terminal, olvidándose de todas las vulneraciones con un acento comunitario, con una impronta propia de la Doctrina Social que abandera el Pontífice argentino.
Ante las falsas apariciones
El pasado mes de mayo el Dicasterio para la Doctrina de la Fe publicaba las ‘Normas para proceder en el discernimiento de presuntos fenómenos sobrenaturales’ con el objetivo de poner coto a las falsas apariciones de Cristo y de la Virgen. En este documento, el prefecto reconoce que “el Espíritu Santo, que brota del corazón de Cristo resucitado, obra en la Iglesia con libertad divina y nos ofrece muchos dones preciosos que nos ayudan en el camino de la vida y estimulan nuestra maduración espiritual en la fidelidad al Evangelio. Esta acción del Espíritu Santo incluye también la posibilidad de llegar a nuestros corazones a través de ciertos acontecimientos sobrenaturales”.
“Por esta razón, las Normas no quieren ser, necesariamente, ni un control, ni aún menos, un intento de apagar el Espíritu”, apunta.
“Es necesario reconocer que en algunos casos de acontecimientos de presunto origen sobrenatural se detectan problemas muy graves que perjudican a los fieles, y en tales casos la Iglesia debe actuar con toda su solicitud pastoral”, reclamaba Fernández.
El cardenal argentino indicaba que “no se debe ignorar tampoco, en tales acontecimientos, la posibilidad de errores doctrinales, de reduccionismos indebidos en la propuesta del mensaje del Evangelio, la propagación de un espíritu sectario, etc.”.
Además, “existe también la posibilidad que los fieles se vean arrastrados detrás de un acontecimiento, atribuido a una iniciativa divina, pero que no es más que el fruto de la fantasía de alguien, de su deseo de novedad, de su mitomanía o de su tendencia a la falsedad”. La primera aplicación fue el caso de las apariciones marianas a Gisella Cardia, una siciliana de 54 años, que afirma tener la piel marcada por estigmas y comunicarse directamente con la Virgen María en Trevignano (Italia) multiplicando pizza y ñoquis.