África

Los obispos de Kenia denuncian la “brutal, inhumana e injustificable” represión del Gobierno contra los jóvenes

  • Desde hace dos semanas se registran fuertes protestas contra William Ruto por subir los impuestos de productos básicos
  • Según la Comisión Nacional de Derechos Humanos, hay 39 muertos, 361 heridos, 32 personas en paradero desconocido y 627 detenidos
  • La Conferencia Episcopal, a través de un potente mensaje, se vuelca con la Generación Z: “Vuestras esperanzas son nuestras esperanzas”





Desde el pasado 18 de junio, se registran fuertes protestas contra el Gobierno en buena parte de Kenia, aunque las principales movilizaciones son en la capital, Nairobi, donde incluso ha llegado a ser asaltado el Parlamento. Lideradas por los más jóvenes, estos muestran su malestar por la polémica Ley de Finanzas, con la que el presidente William Ruto pretende subir el IVA en productos tan básicos como el pan.



Aunque por ahora el proyecto gubernamental se ha suspendido, la tensión no ha ido a menos, sino que se ha abierto la veda para mostrar un malestar mucho más amplio sobre las desigualdades que marcan la realidad nacional. Así, el tono de las manifestaciones se ha ido elevando día a día, encontrándose con la fuerte represión decretada por el Ejecutivo. Hasta el punto de que, según los últimos datos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de Kenia, publicados el 1 de julio, ya hay 39 muertos y 361 heridos. También hay 32 personas en paradero desconocido y 627 detenidos.

En todos los templos

En plena convulsión nacional, la Conferencia Episcopal difundió un mensaje que fue leído el domingo 30 de junio tras las misas celebradas en todos los templos del país. Recogido por Fides, en él los obispos ofrecían su “reconocimiento explícito” a “la bondad de las aspiraciones de la nueva generación de jóvenes que quieren un cambio en la sociedad”. Así, el respaldo eclesial fue total, destacando los pastores que tal indignación, “al ver a tantos jóvenes sufriendo”, “suscita mucha preocupación e incluso lágrimas”. Y es que los componentes de la “Generación Z”, nacidos entre finales de los años 90 y los 2000, “se sienten resentidos y olvidados” al ver “truncadas sus aspiraciones”.

De hecho, los propios prelados no sienten ajeno ese dolor en sus comunidades, admitiendo que algunos de esos jóvenes también “piensan que a veces la Iglesia les ha defraudado”. De ahí ese enérgico basta ya, por el que ofrecen su “consuelo” en un momento histórico en el que el país está derramando sangre por reivindicar una mayor equidad social. Así, además de “lamentar profundamente” que “muchos jóvenes” hayan “perdido la vida en las manifestaciones”, el juicio sobre la policía es rotundo, condenando su “acción brutal, inhumana e injustificable”.

Promesas incumplidas

El mensaje episcopal concluía admitiendo un “futuro aparentemente oscuro”, doliéndose justamente los jóvenes por “las promesas incumplidas” en materias claves, como “el desempleo” o “la falta de prestaciones educativas para muchas familias”. Eso sí, con la mirada puesta en el Evangelio, el guiño final era de esperanza: “Como Iglesia, estamos aquí para escucharos y acompañaros. Nuestras puertas están abiertas para ofrecer orientación y acompañamiento. Deseamos que cada uno de vosotros crezca para ser lo mejor que nuestro Dios quiere para cada uno de vosotros. Vuestras esperanzas son nuestras esperanzas”.

Los obispos quisieron ir más allá y varios de ellos tuvieron un encuentro con el presidente Ruto. Este, además de negar las cifras que circulan sobre la represión (“no tengo las manos manchadas de sangre”, ha recalcado estos días), agradeció a la Iglesia su compromiso al aceptar “participar en el esfuerzo multisectorial para buscar soluciones a los problemas que afligen al país”.

De hecho, ya antes de este estallido social, el Episcopado trató de mediar ante el Ejecutivo y le mostró su “preocupación” por la Ley de Finanzas. Y, aunque agradecieron que se introdujeran “cambios importantes”, lamentaron la no inclusión de “otras peticiones”. De ahí su temor ante el “exceso de impuestos”, pues “el país se está desangrando”.

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