El Dicasterio para la Doctrina de la Fe lo reconoce culpable por “sus declaraciones públicas” que “muestran su negativa a reconocer al Sumo Pontífice y al Concilio Vaticano II”
El arzobispo Carlo María Viganò, excomulgado por cisma. El Congreso del Dicasterio para la Doctrina de la Fe se reunió ayer para concluir el proceso penal extrajudicial contra el ex nuncio apostólico en Estados Unidos por “sus declaraciones públicas” que “muestran su negativa a reconocer al Sumo Pontífice y la autoridad magisterial del Concilio Vaticano II”.
Al resultado del juicio penal, conocido hoy, Viganò fue reconocido culpable del crimen reservado de cisma, por lo que Doctrina de la Fe declaró la excomunión ‘latae sententiae’ y se lo comunicó hoy al interesado, que había declinado declarar en el juicio.
Así, el breve comunicado compartido por la Oficina de Prensa de la Santa Sede recuerda que “el levantamiento de la censura en estos casos está reservado a la Sede Apostólica”. O lo que es lo mismo, dejan la puerta abierta a un arrepentimiento -que no tiene visos de llegar- y a la misericordia del papa Francisco.
El arzobispo italiano ha sido durante estos últimos años de pontificado un firme opositor al papa Francisco. No han sido pocas sus declaraciones negando su legitimidad como Pontífice, así como también criticando el Concilio Vaticano II.
Por ello, al hacer público él mismo el 20 de junio a través de Twitter el proceso abierto, consideró las acusaciones en su contra “una causa de honor”. De hecho, se reafirmaba en su deriva sedevacantista: “El Concilio representa el cáncer ideológico, teológico, moral y litúrgico del cual la ‘Iglesia sinodal’ bergogliana es la metástasis necesaria”.
Además, Viganò ha calificado a Francisco de ‘herético’ y de ‘siervo de Satanás’ tras la publicación de ‘Fiducia supplicans’, la declaración con la que el Vaticano abría la puerta a las bendiciones a parejas del mismo sexo y divorciados vueltos a casar.
Días atrás, Viganò se dedicó a escribir cartas abiertas contra el Papa y el Concilio, en las que explica los motivos de “no reconocer” a ningún Papa desde Pablo VI ni al Concilio Vaticano II, pues está convencido de que existe un “plan de infiltración concebido en el siglo XIX y completado un siglo después, exactamente en los términos en que fue concebido”.
De esta manera, Viganò se pregunta “¿de qué “iglesia” estaría yo en estado de cisma, si la que se dice católica se distingue de la verdadera Iglesia precisamente en la predicación de lo que condenó y en la condena de lo que predicó?”.
“Los seguidores de la ‘iglesia conciliar’ responderán que esto se debe a la evolución del cuerpo eclesial en una ‘necesaria renovación’; mientras que el Magisterio Católico nos enseña que la Verdad es inmutable y que la doctrina de la evolución de los dogmas es herética”, explica.
Por ello, considera que existen dos iglesias: “Cada una con sus doctrinas y sus liturgias y sus santos. Pero para el católico la Iglesia es Una, Santa, Católica y Apostólica, para Bergoglio la iglesia es conciliar, ecuménica, sinodal, inclusiva, inmigracionista, ecosostenible, gay-friendly”.
Y esto es lo que lleva a Viganò a declarar: “Ante mis hermanos en el Episcopado y ante todo el cuerpo eclesial, acuso a Jorge Mario Bergoglio de herejía y cisma, y como hereje y cismático pido que sea juzgado y removido del trono que indignamente ocupa durante más de once años”.