Ingeborg Schlichting (madre de la periodista de la cadena ‘COPE’ Cristina López Schlichting) ha publicado a sus 86 años ‘Así encontré la felicidad’ (Harper Collins), un relato autobiográfico sobre cómo dejó en su juventud su Hamburgo natal (Alemania) para descubrir la España aislada de la posguerra durante los años 50, un país lleno de contrastes, tradiciones y paisajes fascinantes del que se enamoró. Hablamos con una mujer que es una enciclopedia de emociones.
PREGUNTA.- ¿Siempre escribió?
RESPUESTA.- Mucho. Y eso no me cuesta demasiado, pero la promoción está siendo dura, ¡porque tengo muchos años! (risas).
P.- Eso le pasa por ser una estrella de la radio…
R.- (risas) Yo quería dejarlo, pero lo piden los oyentes. Le preguntan a mi hija: “¿Dónde está tu madre?” … Tendré que volver la próxima temporada.
P.- ¿El libro le ha ayudado a llevar el reciente duelo por la muerte de su marido?
R.- Sí, me distrajo del luto que he pasado después de tantos años juntos. Pero como soy muy lógica, sabía que uno de los dos tenía que irse el primero. Y Felipe no era conformista con su decadencia y quizá para él ha sido una suerte. Ahora bien, el vacío que me ha dejado ha sido tremendo.
P.- Cuatro hijas, diez nietos y a punto de ser bisabuela. ¿Su mayor logro ha sido esa familia?
R.- ¡Sin duda! Además, mi nieta vive debajo de mi piso y me da mucha alegría y tranquilidad porque vivo sola. Ellos han sido el éxito de mi vida y somos una piña. Todos se llevan de maravilla y estoy muy orgullosa, sobre todo cuando veo tantos desastres familiares por culpa de nimiedades. (…)
P.- ¿Es una mujer de fe?
R.- En estos momentos, y en mi situación, tengo muchas dudas de fe. He pasado por diferentes etapas en mi vida, y ahora es la de la duda. Se lo digo a mis hijas, que son muy creyentes. Me crie en la fe luterana y me convertí al catolicismo, antes de casarme incluso, porque estaba muy convencida. Y he pasado por muchas épocas, como es lógico en una vida tan larga. Últimamente ando con incertidumbre. Por eso ahora estoy leyendo mucha filosofía, que no es fácil. En la mesilla de noche tengo a Kant, y a la Ilustración francesa… y busco respuestas. (…)