La Diócesis de Asidonia-Jerez abrirá por primera vez la imponente Cartuja de Santa María de la Defensión de Jerez de la Frontera (Cádiz), una de las grandes joyas desconocidas de la arquitectura andaluza. El testimonio de Manuel Pareja Aparicio, nombrado gestor diocesano de la Cartuja de Jerez, lo dice todo: “No conocí el claustro grande ni la estancia interior hasta marzo de este año. Yo soy de Jerez, tengo 55 años, y he visto siempre la parte exterior, pero poca gente ha entrado dentro. El lugar te rompe. Te va atrapando poco a poco el sentido artístico, pero también lo espiritual. Te va atrapando la belleza y grandeza de lo arquitectónico, pero también la belleza y la grandeza del espíritu que se respira”.
La magnificencia del enclave no es solo su excepcional dimensión –unos 90.000 m2– o el magnífico programa arquitectónico en el que se ha desarrollado desde su fundación en 1453, que evolucionó desde el tardogótico y el primer Renacimiento hasta el Barroco. “Es como si tres, cuatro siglos de vida monástica, sobre todo de los cartujos, estuvieran aún presentes –afirma Pareja Aparicio–. Andar por esos claustros, el silencio, el intimismo al que te llama cualquier rincón, es lo que pretendemos transmitir en la visita. Queremos que la gente no solamente capte la grandiosidad del monumento o lo interesante que es desde el punto de vista patrimonial o cultural, sino que también seamos capaces de transmitirle toda esa espiritualidad que se respira”. Por eso, solo se permitirán visitas guiadas.
La experiencia monástica del cartujo estará en el eje del recorrido, que, en principio, comenzará durante el mes de septiembre. De hecho, también podrá visitarse una celda primitiva, con su huerto incluido. “En la Cartuja, la disposición de los claustros, de la iglesia, todo está ordenado y pensado según un criterio espiritual. Y eso es lo que entendemos que va a ser la mayor riqueza de la visita. Si nosotros dejáramos a una persona que diera solamente una vuelta por la Cartuja, pero no se le explicara qué es lo que está viendo y a qué se debe, probablemente se quedaría en un veinte por ciento de lo que realmente es. Por eso, es importante afinar un relato que sea una experiencia de descubrimiento para el visitante, creyente o no, que es sobre lo que hemos trabajado estos meses”.
La Cartuja de Jerez la erigieron los monjes de Santa María de las Cuevas (Sevilla), gracias a la dotación económica que legó el caballero jerezano de origen genovés Álvaro Obertos de Valeto a partir de 1453. En 1476, cinco cartujos se trasladaron a Jerez y comenzaron la obra en torno a una primitiva capilla dedicada a Nuestra Señora de la Defensión. Según la tradición jerezana, la Virgen actuó “en defensión del cristiano” en la batalla frente a los musulmanes que en 1368 transcurrió en ese mismo lugar, conocido como El Sotillo, a orillas del río Guadalete. “Creo que una de las cosas que más va a impactar al visitante, aparte de la iglesia, de su coro y la gran reja, es el claustro grande, que es impresionante por su dimensión y riqueza arquitectónica. Y después hay otros elementos que quizás pasen más desapercibidos, pero que tienen un valor importante, como es el claustro de Diego de Riaño, el ‘claustrillo’, que le llamamos, o el claustro de los Legos, que es de Juan Martínez Montañés, la única construcción arquitectónica del famoso imaginero”.