El papa Francisco ha cogido el helicóptero este domingo para participar en Trieste en la última jornada de la 50ª Semana Social Católica, que se celebra sobre el tema: ‘En el corazón de la democracia. Participación entre historia y futuro’. Durante su discurso, el Papa ha puesto en valor la celebración de esta iniciativa, de la cual ha subrayado que “la historia de estas semanas está entrelazada con la historia de Italia, y esto ya dice mucho: habla de una Iglesia sensible a los cambios de la sociedad y empeñada en contribuir al bien común”.
Sobre el tema de este año, Francisco ha señalado que “en el mundo de hoy la democracia no goza de buena salud”, lo cual, como cristianos, “nos interesa y nos preocupa porque está en juego el bien del hombre, y nada de lo que es humano puede sernos ajeno”.
“Sin mitificar el pasado debemos aprender de él para asumir la responsabilidad de construir algo bueno en nuestro tiempo”, ha continuado el Papa. Por eso, “así como la crisis de la democracia es transversal a todas las naciones, del mismo modo, la actitud de responsabilidad ante las transformaciones sociales es una llamada dirigida a todos los cristianos, en todas partes del mundo”.
A partir de la imagen de esta Semana, que es un corazón, Francisco ha apuntado que “podemos imaginar la crisis de la democracia como un corazón herido. En este sentido, “todo aquello que limita la participación está ante nuestros ojos”. Y es que “cada vez que alguien es marginado, todo el cuerpo social sufre. La cultura del descarte crea una ciudad donde no hay lugar para los pobres, los no nacidos, los frágiles, los enfermos, los niños, las mujeres y los jóvenes. El poder se vuelve autorreferencial, incapaz de escuchar y servir a la gente”.
Asimismo, al Papa le preocupa la baja participación cada vez que hay elecciones. “La participación no se puede improvisar: se aprende desde los niños, desde los jóvenes, y hay que ‘formarla’, también en el sentido crítico respecto de las tentaciones ideológicas y populistas”, ha subrayado.
“Todos deben sentirse parte de un proyecto comunitario. Nadie debería sentirse inútil”, ha aseverado. “Ciertas formas de bienestar que no reconocen la dignidad de las personas son hipocresía social”, ha matizado, “y la indiferencia es un cáncer de la democracia”. Por ello, “una democracia con el corazón sanado sigue cultivando sueños de futuro, los pone en juego, exige implicación personal y comunitaria”.
Por otro lado, Francisco ha advertido a los presentes que “tenemos la tarea de no manipular la palabra democracia ni distorsionarla con títulos vacíos de contenido, capaces de justificar cualquier acción”. Y es que “la democracia no es una caja vacía, sino que está ligada a los valores de la persona, de la fraternidad y de la ecología integral”.