Los obispos de Panamá pidieron al nuevo gobierno del presidente José Raúl Mulino fortalecer las medidas contra la corrupción y que los recursos del Estado sean utilizados con honestidad, transparencia y eficacia, en beneficio de todos los ciudadanos, “de manera especial, los más necesitados”.
Al concluir su 221 Asamblea Ordinaria -efectuada del 1 al 5 de julio- la Conferencia Episcopal Panameña recordó que una de las mayores preocupaciones de la sociedad panameña es la corrupción, “que ha destruido la confianza en las instituciones y ha socavado la base moral y ética de nuestra sociedad”.
El episcopado -encabezado por su presidente, el obispo de la Diócesis de Chitré, Rafael Valdivieso Miranda– emitió este mensaje a unos días de que José Raúl Mulino asumió como presidente de Panamá, país que gobernará durante los próximos cinco años.
Los obispos agradecieron a Dios por la paz y la democracia, y exhortaron a los católicos a “mantenerse unidos en la oración, pidiendo al Señor sabiduría y discernimiento para nuestros nuevos gobernantes, a fin de que su gestión esté siempre orientada a fortalecer la institucionalidad, la gobernabilidad nacional, así como el bien común y respeto a los derechos humanos de todos y el medio ambiente”.
Para los obispos, es necesario que todo el pueblo panameño se disponga con ánimo y esperanza a reconstruir la paz social, el respeto por los demás, la solidaridad fraterna, “afrontando los problemas más urgentes como la Caja del Seguro Social, el problema del agua y el medio ambiente, el azote de la violencia y el crimen organizado, el desempleo y la vivienda digna, la seguridad jurídica para nuestros campesinos y el drama de los migrantes”.
De igual modo, hicieron un llamado a trabajar unidos por el bien común de la nación, “superando divisiones y construyendo puentes de diálogo y reconciliación. En ese espíritu, cada una de nuestras familias, de nuestras comunidades en todos los ámbitos, los partidos políticos y los servidores públicos, las distintas comunidades de fe y grupos religiosos, todos, sin distinción, debemos responder a una vocación de grandeza y unidad, como corresponde a Panamá y su historia”.
Los obispos pidieron poner “todo el empeño por lograr un desarrollo integral de todos los que habitamos en nuestro país. Esto implica la creación de oportunidades de empleo digno, el acceso a una educación de calidad, servicios de salud eficientes y un ambiente social seguro”.
Como Iglesia católica, manifestaron: “seguiremos promoviendo espacios de encuentro, diálogo y apoyo para todos, sin distinción alguna. Esta es nuestra misión: el anuncio de la alegría del Evangelio, que nos impulsa a ser Iglesia en salida, que acompaña y guía; que sufre y lucha con su pueblo”.
“Que Santa María La Antigua, compañera en el camino de la fe por más de 500 años, interceda por Panamá y nos guíe siempre por caminos de paz, justicia y fraternidad”, concluyeron.