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El arzobispo porteño en el Tedeum: “A muchos les falta el termómetro social de saber lo que viven los argentinos de a pie”

Jorge García Cuerva pidió retomar los ideales de aquel 1816 para que Argentina se ponga de pie y poder caminar juntos detrás del objetivo común: la construcción de la Patria soñada





En este 208 aniversario de la Declaración de la Independencia, Jorge García Cuerva, titular de la arquidiócesis de Buenos Aires y primado de la Argentina, presidió el Tedeum en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires.



Estuvo presente el presidente de la Nación, Javier Milei, la vicepresidente Victoria Villarruel, y miembros del gabinete nacional, y el jefe de gobierno porteño, Jorge Macri. También participó el sr. nuncio apostólico, Miroslaw Adamczyk.

El arzobispo centró su homilía en el texto evangélico de Mateo 9, 1-8 que cuenta que Jesús al regresar a la ciudad le presentaron un paralítico, a quien le perdona los pecados, y le ordena levantarse y caminar, e irse a su casa. Expresó que su mensaje quiere ser un aporte a la luz de la Palabra de Dios, hacia todos los actores de la sociedad que construyen la Patria, aunque luego puedan ser tomadas frases aisladas para alimentar la fragmentación.

Reconstruir la Patria

Después de recordar que, en 1816, los congresistas proclamaron la voluntad unánime e indubitable de “investirse del alto carácter de una nación libre é independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli” (Acta de la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata), el arzobispo porteño expresó que se debe retomar aquella valentía y coraje, aquellos sueños e ideales para reconstruir la Patria.

Relacionó el Evangelio con tantos hermanos que, desde hace años, están paralizados en su esperanza, atravesados por el hambre, la soledad, y una justicia largamente esperada; tantos argentinos tendidos sobre una manta en el frío de las veredas de las grandes ciudades, tantos postrados por la falta de solidaridad y el egoísmo: “Una Argentina que nos duele hace mucho, que se dice independiente hace 208 años, pero que aún hoy sufre las cadenas de diversas esclavitudes que no nos dejan caminar como pueblo hacia un desarrollo pleno y una mejor calidad de vida para todos”.

A Jesús le llama mucho la atención la fe de los hombres que llevan la camilla, una fe comprometida que se juega por el enfermo. Una fe comunitaria con un objetivo común: que el paralítico se encuentre con Jesús y se cure, dejando de lado sus diferencias. “Ese tiene que ser nuestro gran objetivo: que Argentina se cure, que Argentina se ponga de pie, que Argentina camine, que Argentina se independice de las camillas que la tienen postrada, paralizada y enferma”, afirmó García Cuerva.

Rezar por el país

Seguidamente, invitó a los presentes a rezar por el país:

  • Clamó a Jesús para que, como aquellos hombres que cargaban la camilla y los congresistas de Tucumán, poder construir la fraternidad, forjar la unidad más allá de las diferencias, porque para la cultura del encuentro no hay límites, nadie es descartable. Reencontrarse y reconocerse como comunidad para generar consensos y acuerdos. Cree que es urgente entender que somos hermanos, hijos de la misma Patria.
  • También audacia para jugarse la vida por los que sufren, comprometerse con los más pobres y excluidos, independizados de todo prejuicio y rechazo del otro por pensar distinto, independizados del odio, de la corrupción, del ventajismo, de los privilegios, porque “algo no está bien cuando tenemos dirigentes muy ricos y un pueblo trabajador muy pobre”.
  • Pidió no posicionarse siempre desde los conflictos, desde la grieta, desde los enfrentamientos, los gritos, las descalificaciones, vulgaridades y agresiones, porque “sobre todo está la Nación y el bien del pueblo argentino, y por eso cargaron con la enorme responsabilidad de declarar la Independencia y estar a la altura de las circunstancias que la Historia les pedía”.
  • Asimismo, apeló a Jesús y expresó que muchos argentinos están haciendo un esfuerzo enorme, que conmueve. “Que no lo cascoteemos con intereses mezquinos, con la voracidad del poder… con conductas reprochables que sólo demuestran que a muchos les falta el termómetro social de saber lo que viven los argentinos de a pie”. Rogó no hipotecar el futuro porque en el pasado ya se hicieron mal demasiadas cosas de las que nadie se hace cargo: “seis de cada diez chicos son pobres; niños con hambre revolviendo basura, chicos no escolarizados, o con una instrucción demasiado básica, no pudiendo leer de corrido o interpretar un texto. Recordó el texto de la Encíclica Populorum Progressio, que en su número 35, señala que la educación básica tiene que ser el primer objetivo de un plan de desarrollo, porque el hambre de instrucción no es menos deprimente que el hambre de alimentos: un analfabeto es un espíritu subalimentado.

Para finalizar recordó un detalle histórico. Para reunirse en Tucumán los delegados de las Provincias Unidas del Río de La Plata, ampliaron las salas de la estructura de la casa de doña Francisca Bazán de Laguna, para que todos puedan deliberar todos. Elevó, entonces, esta oración: “Señor Jesús, aquella casa histórica de Tucumán es modelo para la Argentina de hoy: que entren todos, que nadie quede afuera, que no haya excluidos, que se agrande la torta, que todos se sienten a la mesa de la dignidad, que todos reciban la mejor educación, que todos tengan un trabajo digno, que Argentina se ponga de pie, y caminemos juntos detrás del objetivo común de construir la Patria que soñamos, con libertad y paz, siempre entrelazados por la solidaridad y la justicia”.

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