América

La Iglesia se une a los pueblos indígenas de América latina para frenar la extracción de “minerales críticos”

La Red Iglesia y Minería ha impulsado el encuentro de una treintena de líderes de comunidades afectadas por el extractivismo en Argentina, Brasil y Perú





Comunidades afectadas por el extractivismo minero de Argentina, Brasil y Perú han vivido un encuentro en Oruro, Bolivia, uno de los territorios estratégicos de interés por la extracción de litio, uno de esos “minerales críticos” por su relevancia en la “transición energética”.



El encuentro, al que acudieron alrededor de 30 líderes, fue organizado por un conjunto de 12 organizaciones de América Latina, entre ellas la Red Iglesias y Minería, en el marco de la Campaña de Desinversión en Minería, en colaboración con Centro de Ecología y Pueblos Andinos (CEPA, Bolívia), Equipo Nacional de Pastoral Aborigen (ENDEPA, Argentina), Comitê Nacional em Defesa dos Territórios Frente à Mineração (Brasil), con el apoyo de Misereor, Caritas Francia y CCFD Terre Solidaire.

“Desde que entramos al país, se observan gigantes pancartas que promocionan la extracción del litio, como una alternativa de seguridad económica para el país. Nacionalización e industrialización del litio, extracción para cambiar la matriz energética, el mineral del futuro”, comenta Bladimir Martinez, joven aymara, integrante de la Red MUQUI, de Perú.

Tal como subraya la Red Iglesias y Minería, la narrativa que se teje en torno a la extracción de los minerales críticos –litio, níquel, cobalto, grafito, manganeso y tierras raras–, es muy confusa. “En diálogo con las comunidades se percibe una inconformidad de la información, generando dudas y preguntas en los dirigentes comunitarios”, apunta la organización.

Desconocimiento

De hecho, durante el seminario público realizado para concluir el encuentro, las voces que resonaron de los territorios indicaron la ausencia de un verdadero proceso de información a los pueblos sobre lo que significa la extracción de litio, qué implica, cómo se hará y a quienes afectará.

Por ello, la incertidumbre sobre los proyectos, que las comunidades tradicionales han denunciado unánimemente por violar el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se extiende también al desconocimiento de lo que supondrá para los territorios la extracción del litio. Según los dirigentes que participaron en el intercambio comunitario, no existen estudios que presenten las consecuencias territoriales de la extracción del litio.

“El litio tiene impactos que no conocemos, que no se han visto antes. Ya tenemos experiencia con otras empresas, pero nunca de litio, no sabemos qué pasará con el agua, qué pasará con la gente y los animales”, comenta el Tata Diómedes Apu Mallku del Suyu Jacha Karangas, pueblo indígena establecido al oeste del lago Poopó, entre Bolívia y Perú.

“El intercambio de comunidades ha servido para que puedan poner en común sus miedos, su angustia, las amenazas que perciben y también las esperanzas y las respuestas que se van encontrando en el camino, frente a un gigante que intenta avasallar territorios, tomarse las fuentes de agua, ocupar sitios ramsar, glaciares, salares, cuencas de ríos enteras”, afirma la Red Iglesias y Minería.

Visita a territorios amenazados

Parte del intercambio entre las comunidades tuvo lugar en el Salar de Coipasa, uno de los sitios amenazados en Bolivia, ubicado en las zonas del altiplano, donde precisamente nacen las fuentes hídricas.

El Salar de Coipasa está ubicado a 2 horas de Oruro, donde habita el pueblo karangas y otros más, y es uno de los lugares donde el gobierno ha anunciado el inicio de la exploración. “Nos dan informaciones diferentes, algunas nos dicen que van a cuidar el medio ambiente, que no nos van a afectar. Yo hablando con los abuelos, ellos están preocupados por la ganadería  y los sembrados, aquí nos dedicamos a la cosecha de la quinoa, al cuidado de las llamitas. Con eso se sobrevive en este territorio y con la explotación de la sal”, menciona Adela Ancco, autoridad originaria de este territorio.

Desde hace un par de años, la población escucha que está asentada en una gran reserva litio. Ha participado en decenas de talleres con funcionarios gubernamentales  y con representantes de empresas chinas sobre todo, pero no existe información oficial, no existe un verdadero proceso de socialización. La consulta previa, libre e informada, conforme orienta el Convenio 169 de la OIT.

Para Cleonice Pankararu, líder indígena del pueblo Pankararu en el Vale do Jequitinhonha, el intercambio ha enseñado la incoherencia del discurso del desarrollo propuesto por las economías extractivistas, que al final “deja destrucción y pobreza”. La lideresa de la región históricamente habitado por indígenas en  Mina Gerais, Brasil, denuncia la actuación de las empresas Sigma Lithium (Canadá), Atlas Lithium (Estados Unidos), Lithium Ionic (Canadá) y Latin Resources (Australia) que incluso buscan cambiar el imaginario y el nombre del Vale del Jequitinhonha para “Vale del Litio”.

“Estamos aquí en este intercambio como presencia de  lucha en defensa de la Madre Tierra. Ya hemos sufrido mucho con la minería, destruye la esperanza, el amor de las personas, la identidad. No hay tal riqueza, como ellos dicen, no dejan nada, solo dejan la miseria” concluye.

Experiencias colectivas y caminos a seguir

Como aprendizaje del intercambio quedan algunos puntos en común a profundizar de manera colectiva y en red. Entre las posibilidades más presentes se destacan procesos de formación con comunidades para comprender qué significa para América Latina la ola extractiva de minerales críticos. “Los discursos sobre transición energética confunden a las poblaciones en todas las partes del mundo”, subraya la red.

“Por un lado”, explican, “en el Norte Global, como Europa e Estados Unidos, la distinción del discurso sobre transición energética busca reubicar la economía extractivista para nuevos formatos de almacenamiento y producción de energía, como impulsores de los coches eléctricos dejarán de contaminar y contribuir a mermar el cambio climático, aunque siga creciendo la explotación de los combustibles fósiles”.

Por otro lado, en el Sur Global, “el despojo no se detiene, de estos territorios se piensa seguir extrayendo la materia prima, para una ‘transición energética’ que no está transitando a un cambio de modelo, sino que simplemente está cambiando el producto mineral, pero no una matriz energética, ni económica distinta”. Por ello, “los parámetros de derechos humanos y ambientales, que cruzan íntimamente aspecto culturales, no contemplan ninguna transición para los territorios víctimas”.

“Esta lógica de nuevos extractivismos ya están en curso en nuestros territorios para sostener la demanda energética del norte global. En Latino America son muchos los gobiernos que están poniendo la excusa de la transición energética para impulsar una nueva fase de intensificación de la minería”, comenta el investigador Luiz Jardim, miembro del Comité Nacional para la Defensa de los Territorios frente a la Minería en Brasil.

Asimismo, sostiene que la transición energética se identifica como una nueva ubicación del capitalismo que propone una falsa “minería limpia”. “Existe un capitalismo verde que se transforma ahora como solución de las crisis climáticas. El tema es que las extracciones de minerales críticos para la transición energética ya están siendo extraídos en lo que se mira es más violencia y violaciones de derechos de las comunidades. En Brasil tenemos anualmente un total de 80 conflictos en 76 localidades que ya están extrayendo metales para la llamada transición energética”, añade el investigador.

Encuentro Red Iglesias y Minería

Derechos Humanos y Medio Ambiente

“Una certeza en los territorios donde ya ha ingresado la minería es que cuando llega, cambian las condiciones de vida para las personas que han estado antes en el territorio, cambian para mal. Los pueblos son ignorados, el ideal del empleo no es cierto”, advierte Luiz Jardim.

Para Kety Perea, de la Asamblea Fiambalá Despierta, en el norte de Argentina, se puede hablar de lo que hace realmente la extracción de litio que ya está presente en sus comunidades, hace más de 30 años: “es una mentira para los pueblos, el litio se va afuera, son muy pocas personas del lugar a las que emplean de mano de obra, con bajos salarios, traen gente de fuera, con todo lo que eso implica. En mi pueblo hay empresa canadiense y una empresa china. En sus publicidades anuncian proyectos grandes con cifras millonarias. No es para el pueblo, al pueblo le dan ayudas básicas, que en realidad son migajas”, subraya.

Vito Calderón, es parte del colectivo Derechos Humanos y Medio Ambiente que reúne a comunidades del sur del Perú afectadas por diferentes impactos ambientales. En el intercambio de comunidades, su planteamiento ayudó a reflexionar sobre los impactos que genera la extracción minera en la salud, en los derechos humanos, y la desinformación que pone en riesgo la vida de poblaciones enteras.

“Se dice que en Puno está el mejor litio del mundo. En Puno no se respeta los derechos humanos, el derecho a la vida, nos han asesinado 22 hermanos, de la zona del litio 2 hermanos. En ese contexto está el proyecto de litio. Ríos contaminados, nuestros hijos con anemia, metales pesados, esa contaminación no solo está en el agua y las tierras, está en el cuerpo de las personas. De 1 millón de pobladores, el 58% está expuesto a metales pesados”, explica.

Las comunidades indígenas, a un lado

El litio en la zona de Perú se extraerá de roca volcánica, a diferencia de Bolivia, que es en salar. Este proyecto está cerquísima de uno de los glaciares más grandes del mundo, y el agua se verá profundamente afectada. Además de esto, Vito señala un tema muy delicado, explica que para extraer el litio en estas condiciones, primero deben extraer uranio, que está ubicado en una capa superior al litio. El uranio es un mineral radioactivo, y en el Perú, como casi en ningún país de Sur América, existe un protocolo adecuado de extracción de minerales radioactivos, por el cuidado que ameritan.

“Los recursos de todos los peruanos se otorgan a empresas, que extraen y se llevan. Hay una buena relación entre empresa y gobierno y siempre se deja a un lado la participación de comunidades indígenas y campesinos” concluye.

Para el tata Eloy Flores de Uyuni en Bolivia, la historia es dolorosa. Comparte en el intercambio que a su avanzada edad, ya ha visto lo que hacen las empresas mineras. Su comunidad, a orillas del salar de Uyuni, es dique de cola de explotación minera de Huainuni. “En la CORIDUC nos hemos organizado a la fuerza por la contaminación de las empresa mineras. Seguimos peleando para que nos respeten, haciendo la resistencia. Las empresas mineras nos avasallan completamente, nos desalojan porque quieren nuestras tierras, las empresas son aliadas del gobierno, de cada uno de los gobiernos. Si nos contaminan el agua, ¿con qué vamos a vivir nosotros?”.

La mama Adela Ancco, en relación a las comunidades donde se pretende ingresar con proyectos de litio, afirma que “necesitamos canales de distribución y transformación de la sal, si avanzamos al acopio y el procesamiento, el mercado puede cambiar y aumentar fuentes de trabajo. Tenemos lugares turísticos hermosos, tenemos pensado expandirnos con el turismo, cultivar y criar nuestros animales, esa es nuestra vocación”.

Acompañamiento de la Iglesias

Desde las iglesias que acompañan a las comunidades y enfrentan el modelo extractivo de despojo, en la línea de los postulados del papa Francisco en ‘Laudato Si’ y ‘Laudate Deum’, en América Latina y Europa se está haciendo un trabajo consistente por investigar, informar, recoger evidencia, de lo que viene sucediendo con los discursos y acciones de cara a la transición energética, focalizando los esfuerzos en generar información para las comunidades, proponiendo reflexiones y debates críticos a una narrativa que parece estar nuevamente de la mano del capitalismo extractivista que encuentra maneras de nombrar el mismo sistema colonialista.

El Padre Roberto Carrasco Rojas, O.M.I., superior de la Delegación General de Bolivia y Perú (BOLPER) enfatizó, en el cierre del intercambio, que las comunidades deben exigir los derechos sobre sus territorios ancestrales en base a las opciones más profundas de los pueblos. “El papa Francisco en su magisterio resalta la importancia de estar juntos, acompañando los pueblos desde sus urgencias. La minería se presenta como una amenaza a las comunidades hoy. Estar junto con los pueblos que sufren por este modelo también es nuestra misión”.

“Solamente la unidad de los países latinoamericanos puede ayudarnos, sabemos que no va a acabar la amenaza de la explotación minera, porque los intereses de las empresas y las ganancias son muchas, pero con esa unidad vamos a exigir juntos que respeten las leyes, que respeten a las comunidades”, anima el Apu Eloy Flores.

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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