Se trata de una iniciativa que se desarrolla sin prisa, pero sin pausa, y con un hermoso título, ‘Diócesis hermanas’. Son comunidades eclesiales en red que constituyen una pequeña revolución en Italia. Siete diócesis han instituido una especie de hermandad eclesial para compartir buenas prácticas, ideas y perspectivas de futuro para fomentar la presencia femenina y promover los ministerios y la corresponsabilidad de las mujeres en la vida de la Iglesia y de la sociedad.
En la web creada con motivo de este proyecto se lee que los objetivos son:
Un desafío ambicioso y valiente que surgió en Nápoles, por iniciativa del arzobispo Domenico Battaglia, y al que después se sumaron las iglesias de Cassano allo Ionio (provincia de Cosenza), Catania, Mantua, Palermo, Reggio Calabria-Bova y Verona. La red está encabezada por obispos que reconocen “la contribución necesaria y esencial de las mujeres para renovar la Iglesia, en una discusión y un diálogo abiertos sobre nuevos campos de pensamiento, métodos y prácticas aún por explorar y profundizar”, como asegura Corrado Lorefice, arzobispo de Palermo.
Todos juntos –Battaglia por Nápoles, Francesco Savino por Cassano allo Jonio, Luigi Renna por Catania, Domenico Pompili por Verona, Corrado Lorefice por Palermo, Fortunato Morrone por Reggio Calabria-Bova y Gianmarco Busca por Mantua– comunicaron en una carta a las comunidades su “pleno apoyo y reconocimiento a la red”. El mensaje se difundió también a través de las webs de las distintas diócesis. Para la Iglesia de Nápoles, esta iniciativa forma parte de un proyecto pastoral que tiene como objetivo reconocer el protagonismo femenino y proporcionar las herramientas para que pueda ponerse en marcha.
Un decreto del arzobispo Domenico Battaglia, en vigor desde el 7 de enero, pone en práctica un documento del sínodo diocesano, “Las mujeres al servicio del Evangelio”, con el objetivo de “superar la asimetría de género” y “asumir la diferencia entre mujeres y hombres en igual dignidad personal para la plena realización de los principios de igualdad y comunión que tienen su origen en el Bautismo”. En concreto, se establece que “una mujer (o una familia) podrá administrar parroquias y rectorías, encargarse de los servicios de la Curia normalmente reservados a los sacerdotes, animar las capellanías de los hospitales, presidir la ‘Lectio divina’, la Liturgia de las Horas, algunas partes del rito funerario o las liturgias penitenciales comunitarias”.
El objetivo es promover “los ministerios establecidos del lectorado y del acolitado”, “talleres bíblicos y acciones educativas temáticas, la atención a un lenguaje inclusivo y la presencia corresponsable en los órganos de participación diocesanos”. Se pide a los teólogos que profundicen “en la dimensión teológica de la valorización de las mujeres a través de propuestas de sensibilización territorial y de formación espiritual en los seminarios”.
Como ilustra el sitio web Mujeres en diálogo en la Iglesia de Nápoles, ya están en marcha múltiples iniciativas a través de una serie de caminos inclusivos, interreligiosos e interculturales que hablan de sinergias y alianzas entre una pluralidad de realidades. Como “Mujeres y religiones en el diálogo de solidaridad”, un observatorio permanente de encuentros sobre culturas, derechos y solidaridad, con representantes de las comunidades católica, ortodoxa, valdense-metodista, luterana, el ejército de la salvación, judía y musulmana.
También hay encuentros guiados por estudiosas de la fe católica, protestante y judía sobre los acontecimientos de la Biblia relacionados con mujeres. “La Palabra a las mujeres. Lecturas e interpretaciones inclusivas” es un ciclo de 15 citas que cuenta con “más de mil inscritos online, incluso desde el extranjero, y más de un centenar de participantes presenciales de entre 20 y 80 años. Se conectan más de dos mil personas y comunidades religiosas”, afirma la historiadora y teóloga Adriana Valerio, delegada diocesana para las mujeres en Nápoles. Y en este sentido, el Instituto de Ciencias Religiosas de Nápoles ha lanzado la propuesta a todos los institutos del Sur de crear una carrera de Teología y cultura de género.
La organización de las Diócesis hermanas es sencilla y funcional.
“Cada diócesis tiene su propia delegada”, explica Arianna Rotondo, profesora de historia del cristianismo, elegida para Catania. “Y cada diócesis comparte iniciativas con las demás, trabajando a partir de su propia realidad”, añade la psicóloga Carla Bonifati, de Cassano allo Jonio. En Reggio Calabria-Bova la persona de contacto es Annarita Ferrato, abogada en ejercicio ante el Tribunal de Casación y Rotal, profesora de Derecho canónico y directora del Instituto de Ciencias Religiosas; en Mantua está Antonella Madella, que forma parte de la Orden de la sororidad, asociación privada de fieles, de la asociación voluntaria del Jardín de las Beguinas y del consejo pastoral diocesano.
En Palermo la idea era “empezar” en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, un vocabulario escrito o más bien reescrito por mujeres. Anna Staropoli, socióloga del Instituto Pedro Arrupe, profesora de la Facultad de Teología de Sicilia y persona de contacto del proyecto en la diócesis, explica que “la premisa básica es que la violencia coincide a menudo con la falta de palabras. El trabajo que estamos realizando consiste en dar un nuevo significado a algunas palabras a partir de la sensibilidad de las mujeres. Palabras como alma, maternidad, belleza, lactancia, y términos más ‘pesados’ como jerarquía, poder, dinero, sufrimiento, herida. No puede haber verdadera democracia sin justicia de género y justicia social”.
El objetivo es crear una especie de recorrido itinerante en la diócesis, “la revolución del bien y de la paz de las Rosalías invisibles del Mediterráneo: Santa Rosalía, la patrona de Palermo, es una mujer capaz de unir a diferentes pueblos”. “Ella tuvo que asumir una obra de redención de un destino preestablecido, tomar la iniciativa y ser responsable de sus elecciones en el sufrimiento, en la fragilidad y en la soledad eremita”. El recorrido itinerante del Vocabulario de las Mujeres se articula en algunos barrios de Palermo, cuatro etapas compartidas con el arzobispo Corrado Lorefice y el decano de la Facultad de Teología de Sicilia, don Vito Impellizzeri.
Por último, en Verona, donde las realidades femeninas, tanto de laicas como de religiosas, trabajan en red y comparten desde hace años iniciativas con asociaciones feministas y culturales. “A las actividades ya en marcha se han añadido pocas pero hermosas iniciativas como una lectura con música de Lucciola, encuentros sobre mujeres y medio ambiente o el estudio de una revista enteramente escrita a mano de 1906 a 1926 por chicas que creaban una especie de blog y lo enviaban a través de las Oficinas Reales de Correos por toda Italia. El precioso objeto se encuentra ahora en la Sociedad Literaria”, afirma la teóloga Cristina Simonelli.
Esto es solo el principio. Porque no basta con los anuncios parroquiales o una Carta del obispo para hacer de esta red un patrimonio común y compartido. “En cualquier caso, más allá de las iniciativas, me parece importante la red de confianza que se ha creado. La tenacidad es parte de la empresa, del desafío de una Iglesia, como dijimos en nuestro Sínodo hace muchos años, discípula, sinodal, compañera de viaje y solidaria. Estoy convencida de ese horizonte y sé que podemos seguir siendo compañeros en este mismo viaje”, concluye Simonelli.
*Reportaje original publicado en el número de junio de 2024 de Donne Chiesa Mondo. Traducción de Vida Nueva