“Que María, Reina de los Apóstoles, nos ayude a ser verdaderos discípulos misioneros, en la comunión y en la sobriedad de vida”. Este es el deseo que el papa Francisco ha expresado hoy antes de rezar el ángelus desde la ventana de la plaza de San Pedro ante miles de fieles que le esperaban pese a las altas temperaturas.
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Durante su alocución, el Pontífice ha comenzado recordando que “hoy el Evangelio nos habla de Jesús, que envía a sus discípulos a la misión (cf. Mc 6,7-13). Los envía ‘de dos en dos’ y les recomienda que lleven con ellos solo lo necesario. Detengámonos un momento en esta imagen: los discípulos son enviados juntos y deben llevar con ellos solo lo necesario”.
Los discípulos son enviados juntos
“El Evangelio no se anuncia en solitario, sino juntos, como una comunidad, y para hacerlo es importante saber custodiar la sobriedad: saber ser sobrios en el uso de las cosas, compartiendo los recursos, las capacidades y los dones, y prescindiendo de lo superfluo, para ser libres y para que todos tengan lo necesario para vivir de manera digna y para contribuir activamente a la misión”, ha señalado.
Y ha continuado: “También ser sobrios en los pensamientos y en los sentimientos, abandonando las propias visiones parciales, los prejuicios y las rigideces que, como un equipaje inútil, lastran y entorpecen el camino para favorecer, en cambio, la confrontación y la escucha, haciendo así más eficaz el propio testimonio”.
Los discípulos deben llevar con ellos solo lo necesario
Jorge Mario Bergoglio ha invitado a todos a pensar en sus propias familias o comunidades: “Cuando nos conformamos con lo necesario, incluso con poco, con la ayuda de Dios, somos capaces de avanzar y de llevarnos bien, compartiendo lo que hay, renunciando todos a algo y apoyándonos mutuamente”.
Y “esto es ya un anuncio misionero, antes e incluso más que las palabras, porque encarna la belleza del mensaje de Jesús en la concreción de la vida. Una familia o una comunidad que vive de esta forma, de hecho, crea a su alrededor un ambiente rico de amor, en el que es más fácil abrirse a la fe y a la novedad del Evangelio”.
Si, por el contrario, “cada uno va por su cuenta, si lo que cuentan son solo las cosas –que nunca son suficientes–, si no nos escuchamos, si prevalecen el individualismo y la envidia, el aire se vuelve pesado, la vida, difícil y los encuentros se convierten más en una ocasión de inquietud, de tristeza y de desaliento que de alegría”.
Por eso, “comunión y sobriedad son valores importantes para nuestra vida cristiana y para nuestro apostolado, valores indispensables para una Iglesia verdaderamente misionera, a todos los niveles”.
Tras la reflexión, el Papa ha dejado tres preguntas al aire: “¿Siento el gusto de anunciar el Evangelio, de llevar, allí donde vivo, la alegría y la luz que proceden del encuentro con el Señor? ¿Me esfuerzo por caminar junto a los demás, compartiendo con ellos ideas y capacidades, con la mente abierta y el corazón generoso? ¿Sé cultivar un estilo de vida sobrio y atento a las necesidades de los hermanos?”.
Oraciones por la paz
Al concluir el ángelus, Francisco ha recordado que hoy se celebra el Domingo del Mar: “Oremos por quienes trabajan en el sector marítimo y quienes les cuidan”. Así, ha pedido a la Virgen del Carmen que “done la paz a todos los pueblos que están en guerra”. “No olvidemos a la martirizada Ucrania, Palestina, Israel y Myanmar”, ha finalizado.