Los participantes en el seminario continental organizado por la CLAR rechazaron la xenofobia y la discriminación de la que son víctimas los migrantes y desplazados en América
Sacerdotes, religiosas y laicos participaron en el Seminario Continental ‘Personas migrantes, refugiadas y desplazadas. Los clamores de los vulnerados: esperanzas y respuestas en tiempo de sinodalidad’, efectuado en la ciudad de Panamá, del 11 a 14 de julio.
En la declaración final del encuentro convocado por la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosas y Religiosos (CLAR), manifestaron su esperanza de que los ciudadanos de los países de donde salen los migrantes, por donde pasan y a donde llegan, practiquen la acogida, el respeto y la solidaridad con estos hermanos.
Recordaron que se trata de personas que “adoptaron la migración como estrategia para alcanzar, con su esfuerzo y trabajo, condiciones de paz y futuro para sí mismas y para los suyos”.
“Declaramos que nadie es extranjero en la Iglesia de Dios, y por esto rechazamos prácticas de xenofobia, discriminación y exclusión de acceso a servicios básicos, criminalización, y todo tipo de extorsiones, abusos u opresiones”.
Por ello, llamaron a la vida religiosa del Continente, a las Iglesias y sus pastores a sumarse y fortalecer su presencia, “colaborando en la comunicación verdadera sobre esta realidad y sobre todo con sus miembros y dones, en la misión de acoger, proteger, promover e integrar“.
Los participantes en el seminario urgieron a promover espacios de articulación con las personas migrantes, así como a “conformar nuevas redes locales de intervención calificada y robustecer liderazgos dentro y fuera de la vida religiosa”.
En este sentido, consideraron que los esfuerzos de la Iglesia deben ir hacia “una verdadera transformación social en beneficio de todas las personas migrantes” del continente americano.
Asimismo, renovaron su “compromiso en la misión junto a personas migrantes, refugiadas y desplazadas” y recordaron que las personas en movilidad humana son, para la vida religiosa, “lugar teológico porque constituyen un llamado a servir a Cristo que migra y una oportunidad para ser evangelizadas/os por personas que viven de facto el misterio pascual: Dios actúa y se revela en las voces y las vidas de las y los desplazados, refugiados y migrantes”.
Asimismo, externaron su indignación ante la violación de la dignidad humana de las y los migrantes, ante los abusos y violencias que sufren, incluyendo las muertes en la ruta migratoria.
También denunciaron la “corrupción que hace de las situaciones de vulnerabilidad migratoria un negocio; las grandes empresas y el crimen organizado que provocan miseria y desplazamientos obligados a personas campesinas, pequeñas propietarias y a quienes tienen que huir de la pobreza, de situaciones de violencia y miedo y de la acción depredadora contra la Casa Común“.
Lamentaron la existencia de “omisión o connivencia de liderazgos civiles, religiosos y gubernamentales que ignoran o soslayan el dolor, el sufrimiento y las amenazas de tantas personas y sus familias en desplazamientos internos e internacionales en todos los países del continente”.