Distintos vecinos del municipio malagueño de Benamargosa han alzado la voz contra el párroco, Roger Roca, tras un conflicto que lleva gestándose más de un año a partir de la petición de una vecina del pueblo para bautizar a su hija. A eso se ha sumado ahora la queja de otra madre que acusó al sacerdote de no querer dar la primera comunión a su hijo movido solo por “criterios personales”.
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Tras hacerse relativamente virales estas polémicas el obispado de Málaga ha emitido este 16 de julio un comunicado “sobre el bautismo de una niña y la primera comunión de un niño de Benamargosa”. En dicho comunicado explican y ratifican la postura del sacerdote ya que, apuntan, “desde el Obispado de Málaga se ha mantenido siempre al párroco como único interlocutor, pues es quien mejor conoce la situación de estas familias”. Y es que al menos una de las madres hizo llegar sus quejas hasta la propia curia.
Sacramentos “diferidos”
Analizando cada uno de los casos, sobre la situación de la madre que solicitó el bautismo para su hija, el Obispado explica que “el párroco ha tenido informado al obispo y siempre le ha manifestado que faltaba, según la normativa de la Iglesia”, que se refiere a la educación en la fe debiendo “diferirse el bautismo” hasta que se cumplan totalmente las condiciones que marca el Código de Derecho Canónico. Y es que, aclaran, el “párroco nunca ha ‘denegado’ el sacramento” sino que se pospone. “Así se lo ha hecho saber a los padres, con quienes tiene una relación fluida y cercana. Por tanto, en el momento en que haya ‘esperanza fundada’ de ser educada en la fe católica, la niña podría ser bautizada”, especifica el comunicado.
Sobre el otro caso, confirman que “el párroco constata que el niño no cuenta con la preparación ni disposición necesarias y prefiere también diferir la comunión” para otro momento en el futuro. En el caso del sacramento de la eucaristía recuerdan que “para celebrar y recibir un sacramento a partir de la edad de uso de razón es necesario conocer lo que se recibe y tener un mínimo de formación religiosa, de actitud de fe en querer vivirla y de voluntad para hacerlo”. Y esto, quien lo debe valorar, es el párroco a partir de los posibles informes de los catequistas o la comunidad parroquial.