El Pontífice ha expresado en una carta su deseo de que esta celebración sea “para todos aquellos que vienen de todos los países del mundo una oportunidad para descubrirse y apreciarse, para romper prejuicios, para crear estima donde hay desprecio y desconfianza, amistad donde hay odio”
Esta semana, el periódico Il Messagero hacía pública una carta que 30 premios Nobel de distintas disciplinas habían enviado al papa Francisco y a otros líderes religiosos mundiales para pedir una tregua olímpica ante los conflictos del mundo. Sin embargo, el papa Francisco ya había pedido este alto el fuego con motivo de los Juegos Olímpicos.
Y es que el Vaticano ha hecho público el mensaje que Francisco enviaba el pasado 27 de junio al arzobispo metropolitano de París, Laurent Ulrich, con motivo de los Juegos Olímpicos que se celebrarán en la ciudad del 26 de julio al 11 de agosto de 2024, en el que el Papa ya expresaba su deseo de que se detuviesen las armas durante este periodo de tiempo.
“Sé que las comunidades cristianas se están preparando para abrir ampliamente las puertas de sus iglesias, de sus escuelas y de sus hogares. Sobre todo, abran las puertas de sus corazones, dando testimonio, con la gratuidad y la generosidad de su acogida a todos, de Cristo que los habita y que les comunica su alegría”, escribe el Papa en su mensaje.
Así, subraya su esperanza en que “la organización de estos Juegos sea para todo el pueblo francés una gran oportunidad de armonía fraterna que permita, más allá de las diferencias y las oposiciones, fortalecer la unidad de la nación”.
“Los Juegos Olímpicos, si realmente siguen siendo ‘juegos’, pueden ser un lugar excepcional para el encuentro de las personas, incluso las más hostiles”, señala Francisco. “Los cinco anillos entrelazados representan este espíritu de fraternidad que debe caracterizar la manifestación olímpica y la competición deportiva en general”.
“Espero que los Juegos Olímpicos de París sean para todos aquellos que vienen de todos los países del mundo una oportunidad que no deben perder para descubrirse y apreciarse a sí mismos, para romper prejuicios, para crear estima donde hay desprecio y desconfianza, amistad donde hay odio”, asevera. “Los Juegos Olímpicos, por naturaleza, traen paz y no guerra”.
De esta manera, el Papa recuerda que “es con este espíritu que la Antigüedad estableció sabiamente una tregua durante los Juegos y que la era moderna intenta periódicamente retomar esta feliz tradición”. Por eso, “en este período turbulento en el que la paz mundial está seriamente amenazada, espero fervientemente que todos estén dispuestos a respetar esta tregua con la esperanza de una resolución de los conflictos y un retorno a la armonía”.