Cuando, en el minuto 47, Nico Williams metió para España el primer gol de la final contra Inglaterra, que acabó con la cuarta Eurocopa de la Selección levantada al cielo de Berlín, a buen seguro, una de las personas más felices en la noche del 14 de julio era Iñaki Mardones Aja, director de la Pastoral de la Salud de la Diócesis de Santander.
Hoy laico, hace 30 años era misionero claretiano y sacerdote en la Diócesis de Bilbao, donde “formaba parte del grupo de voluntarios de Cáritas Diocesana que tenía como finalidad acoger y acompañar a inmigrantes”. A finales de abril de 1994, les informaron de que en Melilla había un grupo de africanos que el Gobierno había decidido distribuir por toda la península. A Bilbao llegaría, entre otros, un matrimonio.
Aunque han pasado tres décadas, en su charla con Vida Nueva, recuerda perfectamente cómo fue “a recibirles a la estación de tren de Abando. Ahí fue cuando conocí a Félix y Comfort, que hoy se llama María y que entonces venía embarazada de ocho meses”.
Ante la urgencia de su situación, siguieron su caso con mimo y sin dejarles solos un momento: “Primero, vivieron unos días en una pensión y, posteriormente, se pasaron a un piso que había preparado Cáritas. En teoría, ellos venían con el aval del Gobierno, lo que suponía que les iban a facilitar las cosas, pero nada más lejos de la realidad. Por ejemplo, como no tenían tarjeta sanitaria, para hacer un seguimiento del embarazo de Comfort, hubo que echar mano de profesionales sanitarios nuestros sensibilizados con el tema”.
Así, hasta que llegó el esperado día… “Cuándo, el 15 de junio, surgieron las primeras contracciones, fuimos en un taxi al Hospital de Basurto. Allí, después de un tiempo de espera, nació Iñaki. Los padres, agradecidos por la ayuda que les había prestado, quisieron poner mi nombre a su primer hijo. Junto a los regalos de la vida y de la fe, es el regalo más grande que me han hecho”.
Unos meses después, Mardones y su nueva familia de adopción vivieron otro día de fiesta: “Como yo ya estaba ordenado de diácono, celebramos el bautizo de Iñaki en la parroquia del Corazón de María. Yo le bauticé y sus padrinos fueron Miguel Ángel y Amparo, otros dos voluntarios del grupo de Cáritas. Fue un día de gran alegría y felicidad para todos”.
A lo largo de todo este tiempo, Mardones ha seguido con orgullo la carrera de Iñaki Williams, uno de los delanteros estrella del Athletic de Bilbao y quien al final ha acabado siendo internacional con Ghana. Pero no solo la suya, sino la de su hermano, Nico, que también ha seguido sus pasos en las filas rojiblancas y que ahora, tras ser con España uno de los mejores jugadores de la Eurocopa, está llamado a ser un futbolista de época.
De ahí que recuerde perfectamente su nacimiento, que fue en Pamplona, pues, después de unos meses en Bilbao, a la familia Williams se le consiguió “un trabajo en una granja de cerdos de Sesma, en Navarra, donde se dirigieron los tres. Con el tiempo, dejarían aquel trabajo y se dirigieron a la capital foral”.
Pasaron los años y, en julio de 2002, vio la luz el hermano pequeño: “Estuve visitando a la familia días antes del nacimiento. Iñaki estaba vestido de San Fermín y, con un balón en el pie, acompañaba cariñoso a su madre, como aceptando la responsabilidad que contraía ante su hermano”.
Años después, mantuvieron otro bonito encuentro en la capital vizcaína: “Iñaki jugaba en el Bilbao Athletic y acompañé a su madre y a Nico a Lezama a ver un partido que jugaban contra el Amorebieta, en la temporada en que Iñaki subiría al primer equipo. Me fijaba en Nico y veía en él a un chaval singular, atento en Lezama a todo lo que tuviera que ver con su hermano”.
De hecho, lo que más emociona a Mardones es esa relación tan estrecha que une a los hermanos: “Meses atrás, en la boda de Iñaki, Nico le expresó lo mucho que le debía, señalando que era un referente y un guía para él”. También es muy significativo de su personalidad la reacción que tuvo esta temporada tras recibir un insulto racista en el Metropolitano: “Le preguntaron los periodistas qué le diría a esa persona si la tuviera delante y Nico contestó que intentaría hablar con él, ver lo que pensaba e tratar de convencerle de su error. Me admira su apuesta por el diálogo y no olvidar el difícil camino que han tenido que hacer sus padres para darles una vida digna. Todo el camino desde Ghana a España, luego la marcha de su padre a Inglaterra en busca de un trabajo mejor…”.
Por ello es lógico que se haya hecho “muy amigo de Lamine Yamal, que también proviene de una familia que ha venido a España a buscar un futuro mejor, poniendo los dos, junto con el resto del equipo, lo mejor de sí mismos para conseguir la victoria. Esta es la grandeza de la Selección, que representa una España plural, mestiza y creativa”.
Como concluye feliz, “Nico aúna el ser un gran jugador con ser también una magnífica persona. Que siga regateando a la injusticia, el racismo y la desigualdad, y marque el gol de un futuro mejor para todos”.