“¡Estemos atentos a la dictadura del hacer!”. Este es el aviso a navegantes del papa Francisco antes de rezar el ángelus ante los miles de fieles que, pese al intenso calor romano, aguardaban en la plaza de San Pedro para escuchar al Pontífice.
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Durante su alocución, Jorge Mario Bergoglio, tomando el Evangelio de hoy (Mc 6,30-34), recuerda que “los apóstoles, regresando de la misión, se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho; entonces Él les dijo: ‘Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco’ (v. 31)”.
“La gente entiende sus movimientos y, al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, y estuvo enseñándoles largo rato (cfr v. 34)”, ha aseverado.
Por tanto, “por un lado, la invitación a descansar y, por el otro, la compasión por la muchedumbre. Parecen dos cosas inconciliables, pero en cambio van juntas: descanso y compasión. Detengámonos un momento en este binomio”.
Invitación a descansar
Como ha señalado el Papa, “Jesús se preocupa por el cansancio de los discípulos. Quizás está intuyendo un peligro que puede incumbir también en nuestra vida y nuestro apostolado, cuando por ejemplo el entusiasmo en el llevar adelante la misión, así como el papel y las tareas que nos son confiadas nos hacen víctimas del activismo, tan preocupados por las cosas que hacer y por los resultados”.
Y “entonces ocurre que nos agitamos y perdemos de vista lo esencial, arriesgando acabar con nuestras energías y caer en el cansancio del cuerpo y del espíritu. Es una advertencia importante para nuestra vida, para nuestra sociedad a menudo prisionera de la prisa, pero también para la Iglesia y para el servicio pastoral”, agrega.
Compasión por la muchedumbre
Al mismo tiempo, “el descanso propuesto por Jesús no es una fuga del mundo, un retirarse en el bienestar personal; por el contrario, frente a la gente confundida Él siente compasión. Y entonces del Evangelio aprendemos que estas dos realidades – descanso y compasión – están ligadas: solo si aprendemos a descansar podemos tener compasión”.
De hecho, “es posible tener una mirada de compasión, que sabe reconocer las necesidades del prójimo, solamente si nuestro corazón no está consumado por el ansia del hacer, si sabemos detenernos y, en el silencio de la adoración, recibir la Gracia de Dios”, detalla.
Por tanto, “podemos preguntarnos: ¿sé detenerme durante mis jornadas? ¿Sé tomarme un momento para estar conmigo mismo y con el Señor, o estoy siempre sumido en la prisa de las cosas por hacer? ¿Sabemos encontrar un poco de “desierto” interior en medio al ruido y las actividades de cada día?”.
“Comprometámonos, especialmente ahora en el verano: busquemos desacelerar el paso, detengámonos un poco más a contemplar la naturaleza y a compartir tiempo con las personas que amamos, no descuidemos el diálogo con Dios. Esto nos hará personas atentas y capaces de tener compasión”, ha indicado.
“Que la Virgen Santa nos ayude a ‘descansar en el Espíritu’ también en medio de todas las actividades cotidianas, y a estar disponibles y ser compasivos para con los otros”, ha finalizado.
Rezar por la paz
Al término de la oración mariana, Francisco ha vuelto a reclamar una tregua olímpica ante los Juegos Olímpicos de París que comienzan la próxima semana. “El deporte es capaz de unir a personas y culturas diferentes, espero que este evento pueda ser ejemplo de un mundo inclusivo que queremos construir y que los deportistas sean modelos de paz”, ha apostillado.
No se ha olvidado tampoco de “la martirizada Ucrania, Myanmar, Palestina, Israel y tantos países que están en guerra”. “La guerra es siempre una derrota. Recemos por la paz”, ha subrayado.